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El mundo tal como va - Voltaire

 Entre las deidades que presiden los imperios del mundo, Ituriel es considerada como una de las de rango más elevado y tiene a su cargo todo el territorio de la alta Asia. Una mañana descendió hasta la residencia del escita Babuc, situada en la orilla del Oxus, diciéndole:

-Babuc, las locuras y los excesos de los persas nos han hecho montar en cólera. Ayer nos reunimos en asamblea todos los genios de la alta Asia para dictaminar si se destruiría Persépolis o se castigaría a sus habitantes. Vete rápidamente a esa ciudad, examínalo todo; cuando vuelvas, me darás cuenta exacta de todo.

“Entonces decidiré, según sea tu informe, lo que he de hacer para enmendar la población, o bien destruiré la ciudad.

-Pero, señor -dijo Babuc, con humildad-, nunca he estado en Persia. Además, no conozco a nadie de allí.

-Tanto mejor- dijo el ángel-. Así no pecarás de parcialidad; has recibido del cielo la agudeza del discernimiento y yo añado el don de inspirar confianza; vete, mira y escucha, observa y no temas nada; en todas partes serás bien recibido.

Babuc montó en su camello y partió acompañado de servidumbre. Al cabo de algunos días se encontró en las llanuras de Senaar con el ejército persa, que iba a combatir contra el ejército indio. Entonces se dirigió a un soldado persa que halló separado de sus compañeros y le preguntó el motivo de la guerra.

-Por todos los dioses -dijo el soldado- que no sé nada de ello. No es asunto mío; mi oficio consiste en matar o dejarme matar para ganarme la vida; es indiferente que lo haga a favor de los unos o de los otros. Podría muy bien ser que mañana me pasase al campo de los indios, pues me han dicho que dan más de media dracma de jornal a sus soldados, mucho más de lo que recibimos permaneciendo en este cochino servicio de los persas. Si os interesa saber el porqué nos batimos, hablad con nuestro capitán.

Babuc, después de ofrecer un pequeño obsequio al soldado, entró en el campamento. Bien pronto pudo entablar diálogo con el capitán, al cual preguntó la causa de la guerra.

-¿Cómo queréis que yo lo sepa? -dijo el capitán-. Además, ¿qué me importa ese detalle? Habito a doscientas leguas de Persépolis; oigo decir que se ha declarado la guerra; entonces, abandono rápidamente a mi familia, y, según nuestra costumbre, voy a buscar la fortuna o la muerte, teniendo presente que no hago otro trabajo.

-Pero, ¿vuestros compañeros no estarán un poco más informados que vos? -inquirió Babuc.

-No -dijo el oficial-. El porqué nos degollamos sólo nuestros sátrapas lo sabrán con precisión.

Babuc, asombrado, se introdujo en las tiendas de los generales, para entablar conversación con ellos. Finalmente, uno de éstos le pudo relatar el motivo de la lucha.

-La causa de esta guerra, que devasta el Asia hace veinte años, originariamente proviene de una querella entre un eunuco de una mujer del gran rey de Persia y un empleado de una oficina del gran rey de la India. Se trataba de un recargo que importaba aproximadamente la trigésima parte de un darico. El primer ministro de la India y el nuestro sostuvieron con dignidad los derechos de sus dueños respectivos. La querella se enardeció. Cada parte contrincante puso en campaña un ejército compuesto por un millón de soldados. Este ejército tuvo que reclutar anualmente más de cuatrocientos mil hombres. Los asesinatos, incendios, ruinas y devastaciones se multiplicaron; sufrieron los dos lados y aún continúa el encarnizamiento. Nuestro primer ministro y el de la India no paran de manifestar que todo se hace en beneficio del género humano, y después de cada manifestación, siempre resulta alguna ciudad destruida y varias provincias saqueadas.

Al día siguiente, después de correr el rumor de que se iba a concertar la paz, el general persa y el general indio se apresuraron a entablar batalla; fue una lucha sangrienta. Babuc pudo observar todas las peripecias y todas las abominaciones; fue testigo de las maniobras de los principales sátrapas, que hicieron lo imposible a fin de que su propio jefe fuese derrotado. Vio oficiales muertos por sus mismas tropas; contempló soldados que remataban, arrancándoles jirones de carne sangrienta, a sus propios compañeros moribundos, desgarrados y cubiertos de fango. Entró en hospitales adonde se transportaban los heridos, que expiraban por la negligencia inhumana de los mismos que el rey de Persia pagaba con creces para socorrer: “¿Es que son hombres o bestias feroces? -se decía Babuc-. ¡Ah! Ya veo bien que Persépolis será destruida”.

Ocupado con este pensamiento, se personó en el campamento de los indios, donde fue tan bien recibido como lo había sido en el de los persas, según le predijera la deidad; pero también pudo comprobar los mismos excesos que le habían llenado de horror.

“¡Oh, oh! -se dijo a sí mismo-. Si el ángel Ituriel quiere exterminar a los persas, es necesario que la deidad de los indios destruya, al mismo tiempo, a sus creyentes.”

Después de haberse informado con más detalle de lo que había ocurrido en los dos ejércitos rivales, pudo comprobar, con asombro y admiración, que se habían realizado acciones de generosidad, de grandeza de alma y de espíritu humanitario.

-Inexplicables seres humanos -exclamaba-. ¿Cómo podéis reunir tanta bajeza y tanta magnanimidad, tantas virtudes y tantos crímenes?

A pesar de todo, se concertó la paz. Los jefes de los dos ejércitos, ninguno de los cuales había obtenido la victoria, aunque sí hecho verter la sangre de tantos hombres sólo para su propio interés, se fueron a intrigar para obtener recompensas en sus respectivas cortes.

Con motivo de celebrarse la paz, se anunció en los escritos públicos que ya volvería a reinar la virtud y la felicidad sobre la tierra.

“¡Alabado sea Dios! -se dijo Babuc-. Persépolis será la morada de la inocencia purificada; ya no será destruida, como querían esos genios perversos; vamos, sin falta, a esa capital asiática.”

Llegó a la inmensa ciudad y pasó por la entrada más antigua, que era grosera y tosca, rusticidad que ofendía la vista de todos los que ambulaban por allí. Toda aquella parte de la ciudad se resentía de los defectos de la época en que se había edificado, pues, a pesar de la testarudez de la gente en alabar lo antiguo a expensas de lo moderno, debemos convenir que en todas las obras los primeros ensayos resultan groseros.

Babuc se metió entre un gentío compuesto por lo más sucio y feo de los dos sexos. Aquella multitud se precipitaba con aire atontado hacia un vasto lugar cercado y sombrío. Por el murmullo que escuchaba, por el movimiento y por el dinero que vio que daban unas personas a otras para poder sentarse, creyó encontrarse dentro de un mercado donde vendían sillas de paja; pero al observar que muchas mujeres se arrodillaban, mirando con fijeza enfrente de ellas, y ver los rostros de hombres que tenía a su lado, pronto se dio cuenta de que estaba en un templo. Voces ásperas, roncas, salvajes y discordantes hacían resonar la bóveda con sonidos mal articulados, que daban una impresión parecida a los rebuznos de los asnos silvestres cuando responden, en las llanuras de los pictavos, a la corneta que los llama. Se obturó los oídos, luego tuvo que cerrar los ojos y taparse la nariz con presteza, cuando vio entrar en el templo a unos obreros con palancas y palas. Estos obreros removieron una gran piedra y echaron, a su derecha y a su izquierda, una tierra que exhalaba un hedor espantoso; luego se colocó un cadáver en aquella abertura, a la que otra vez cubrieron con la piedra.

“¡Vamos! -exclamó para sí Babuc-. ¡Esta gente entierra a sus muertos en el mismo lugar que adora a la Divinidad! ¡Vaya! ¡Sus templos están cubiertos de cadáveres! Ya no me asombra que Persépolis se halle tan a menudo asolada por enfermedades pestilentes… La podredumbre de los muertos y la de tantos vivos reunidos y apretados en el mismo sitio es capaz de emponzoñar a todo el globo terrestre. ¡Ah, la despreciable ciudad de Persépolis! Parece que los ángeles la quieren destruir para reconstruirla más bella y poblarla de habitantes más limpios y que canten con voz más afinada. Puede que la Providencia tenga sus razones para ello; dejemos que actúe a su manera.”

El sol ya se hallaba a la mitad de su carrera. Babuc tenía que ir a comer en la casa de una dama, donde iba recomendado con una carta del marido, un oficial del ejército. Antes de presentarse, dio algunas vueltas por Persépolis; pudo contemplar otros templos mejor construidos y adornados con más gusto, llenos de personas elegantes y en los que resonaba una música armoniosa; observó algunas fuentes públicas, mal situadas, aunque atraían las miradas por su belleza; unas plazas donde parecía que los mejores reyes de Persia respiraban en sus figuras de bronce, y otras plazas donde el pueblo gritaba:

-¿Cuándo veremos aquí la estatua del soberano que tanto amamos?

Admiró los magníficos puentes que cruzaban el río, los muelles soberbios y cómodos, los palacios construidos a derecha e izquierda, un inmenso edificio donde millares de viejos soldados, heridos y vencedores, daban todos los días gracias al Dios de los ejércitos. Finalmente, entró en la casa de la dama, que estaba esperándole para comer en compañía de gente decente. La casa estaba limpia y arreglada con gusto; la comida era deliciosa; la dama, joven, bella, espiritual y atractiva; los comensales, dignos de ella. Y Babuc se decía continuamente: “El ángel Ituriel se está burlando de todo el mundo cuando dice querer destruir a una ciudad tan encantadora”.

No obstante, llegó a percibir que la dama, la cual había empezado solicitándole con ternura noticias de su marido, al final de la comida hablaba muy tiernamente a un joven mago. Vio que un magistrado acosaba vivamente a una viuda en presencia de su esposa, y que la tal viuda, indulgente, tenía una mano puesta en el torno del cuello del magistrado, en tanto mantenía la otra alrededor del cuello de un ciudadano más joven, muy bien parecido y muy modesto. La mujer del magistrado fue la primera que se levantó para ir a una habitación contigua a conversar con su director espiritual, el cual, a pesar de ser esperado para la comida, había llegado demasiado tarde; el director, que era hombre elocuente, le habló a la dama con tanta vehemencia y unción, que ésta, cuando volvió al comedor, tenía los ojos húmedos, las mejillas encendidas, el paso inseguro y la palabra temblorosa.

Entonces, Babuc empezó a temer que el genio Ituriel tuviera razón. El talento que había recibido para poder atraer la confianza del prójimo le facilitó conocer los secretos de la esposa del oficial; ésta le confió su cariño hacia el joven mago, y le aseguró que en todas las casas de Persépolis hallaría la equivalencia de lo que había observado en la suya. Babuc llegó a la conclusión de que una sociedad así no podía subsistir; que los celos, la discordia y la venganza debían desolar a todas las familias; que todos los días debían verterse muchas lágrimas y mucha sangre; que, con certeza, los maridos matarían a los galanes de sus esposas o serían muertos por ellos; y que, finalmente, Ituriel hacía muy bien en querer destruir de golpe a una ciudad librada a tan continuo desorden.

Cuando se hallaba más absorto con aquellas ideas funestas, se presentó a la puerta un hombre severo, con capa negra, que pidió humildemente permiso para hablar al joven magistrado. Este, sin levantarse ni dignarse mirarle, le entregó fríamente y con aire distraído algunos papeles y lo despidió. Babuc preguntó quién era aquel hombre. La dueña de casa le dijo en voz baja:

-Es uno de los mejores abogados de la ciudad; hace cincuenta años que estudia leyes. El señor magistrado, que sólo tiene veinticinco años y que desde hace un par de días es sátrapa en leyes, le ha encargado hacer el extracto de un proceso que él aún no ha examinado y que debe juzgar.

-Este joven aturdido obra sabiamente -dijo Babuc- pidiendo consejo a un viejo. Pero…, ¿por qué no es este viejo quien hace de juez?

-Estáis de broma -le contestaron-. No pueden llegar nunca a tales dignidades los que han envejecido en empleos laboriosos y subalternos. Este joven ocupa un cargo importante porque su padre es rico, y aquí el derecho de hacer justicia se compra como si se tratase de una finca.

-¡Oh, qué costumbre! ¡Qué desgraciada ciudad! -exclamó Babuc-. He ahí el colmo del desorden; no cabe duda de que, habiendo comprado el derecho de juzgar, venderán sus sentencias. Con este sistema sólo pueden resultar iniquidades.

Mientras manifestaba de esta forma su sorpresa y su pesar, un joven guerrero, que había vuelto del ejército aquel mismo día, le dijo:

-¿Por qué no os parece bien que se compren los empleos de la toga? Yo he comprado el mío, que consiste en el derecho de enfrentarme con la muerte al frente de dos mil hombres, a los cuales dirijo; este año me ha costado cuarenta mil daricos de oro, para dormir treinta noches seguidas en el duro suelo, vestido de rojo, y, además, para recibir dos flechazos, que aún me duelen. Si me arruino sirviendo al emperador persa, al cual no he visto nunca, el señor sátrapa togado puede muy bien pagar algo para tener el placer de dar audiencia a los abogados.

Babuc se indignó. No pudo por menos que condenar desde el fondo del corazón a un país donde las dignidades de la paz y de la guerra se venden en pública subasta; con rapidez llegó a la conclusión de que eran absolutamente ignoradas la guerra y las leyes, y que, aunque Ituriel no exterminase aquellos pueblos, perecerían por su detestable administración.

Aún aumentó más su mala opinión cuando vio que llegaba un hombre gordo, el cual, después de saludar con gran familiaridad a todos los presentes, se acercó al joven oficial para decirle:

-Sólo puedo prestaros cincuenta mil daricos de oro, ya que este año las aduanas del imperio solamente me han proporcionado trescientos mil.

Babuc se informó de quién era aquel hombre que se quejaba de ganar tan poco, entonces se enteró de que en Persépolis había cuarenta reyes plebeyos que tenían en arriendo el imperio persa, y que daban algo de ello al monarca.

Después de la comida del mediodía se fue a uno de los más soberbios templos de la ciudad y se sentó entre una muchedumbre de personajes de ambos sexos que estaban allí para pasar el rato. Compareció un mago, que permaneció de pie en un sitio elevado y que habló durante mucho rato del vicio y de la virtud. Aquel mago dividió en muchas partes lo que no había necesidad de dividir; probó metódicamente todo lo que ya estaba bien claro; enseñó todo lo que ya se sabía. Se apasionó fríamente y se marchó sudando y jadeando. Todos los reunidos se desvelaron, creyendo haber asistido a un sumario. Babuc se dijo:

“He aquí a un hombre que ha hecho todo lo posible para aburrir a doscientos o trescientos de sus conciudadanos, pero la intención ha sido buena, y por tal motivo no debe destruirse a Persépolis.”

Al salir de aquel templo, fue llevado a una fiesta pública que se celebraba todos los días del año; tenía lugar en una especie de basílica, en el fondo de la cual se divisaba un palacio. Las más hermosas ciudadanas de Persépolis y los sátrapas de más categoría, alineados con orden, formaban un espectáculo tan bello, que Babuc creyó que toda la fiesta consistía en eso. Dos o tres personas, que parecían reyes y reinas, aparecieron en el vestíbulo de dicho palacio, hablando de manera distinta al lenguaje del pueble. Se expresaban en forma mesurada, armoniosa y sublime. Nadie se dormía, se les escuchaba con profundo silencio, que sólo se interrumpía para dar lugar a los testimonios de sensibilidad y de admiración públicas. El deber de los reyes, el amor a la virtud, los peligros de las pasiones, se expresaban de manera tan viva y sensible, que Babuc no pudo por menos que derramar lágrimas. Ni por un momento dudó de que aquellos héroes y heroínas, aquellos reyes y reinas a los que acababa de escuchar serían los predicadores del imperio; y se propuso incitar a Ituriel para que fuera a escucharles, seguro de que tal espectáculo le reconciliaría con la ciudad.

Cuando se acabó la fiesta, quiso ver a la reina principal, que en aquel hermoso palacio había demostrado una moral tan noble y tan pura; se hizo introducir en casa de Su Majestad; se le condujo por una estrecha escalera hasta el segundo piso, a una habitación mal amueblada, donde halló a una mujer mal vestida que le dijo con aire noble y patético:

-Esta profesión no me da para vivir; uno de los príncipes que habéis visto me ha hecho un bebé; dentro de poco daré a luz. Me falta dinero, y sin él no se puede tener un buen parto.

Babuc le entregó cien daricos de oro, diciéndole:

-Si sólo se tratase de estos casos en la ciudad, Ituriel haría mal en enfadarse tanto.

Después se fue a pasar la velada en casa de unos comerciantes que vendían magníficas inutilidades. Un hombre inteligente con quien había trabado conocimiento lo llevó allí; compró lo que le pareció, que fue vendido con mucha cortesía, y por lo que abonó mucho más de lo que valía. De vuelta en su casa, el amigo le demostró que lo habían engañado. Babuc puso el nombre del comerciante en sus tablillas, para que Ituriel supiera de quién se trataba en el día del castigo de la ciudad. Cuando lo estaba escribiendo, llamaron a la puerta; era el mercader en persona, que llegaba para devolver la bolsa que Babuc se había descuidado encima del mostrador.

-¿A qué será debido que seáis tan fiel y tan generoso, después de tener la osadía de venderme estas baratijas cuatro veces más caras de lo que valen? -exclamó Babuc.

-No hay ningún comerciante que sea algo conocido en esta ciudad que no hubiese venido a devolveros la bolsa -le respondió el vendedor- Pero os han mentido al decir que os había vendido lo que habéis comprado en mi casa cuatro veces más caro de lo que vale: os lo he vendido diez veces más caro, y esto lo podréis comprobar si dentro de un mes lo queréis revender. Por ello no os pagarán ni la décima parte de lo que habéis invertido. Pero eso es justo; es la fantasía de la gente quien pone precio a esas cosas tan frívolas; es esa fantasía quien da trabajo a los cien obreros que tengo empleados; es ella la que me ha permitido construir una hermosa casa, tener un carruaje cómodo y caballos; es ella la que hace funcionar la industria y mantiene el gusto, la circulación y la abundancia. A los países vecinos les vendo las mismas bagatelas mucho más caras que a vos, y de esa manera soy de utilidad para el imperio.

Después de reflexionarlo bien, Babuc se dispuso a borrar de sus tablillas el nombre del comerciante.

Babuc, que se había quedado muy dubitativo sobre lo que debía pensar de Persépolis, se decidió a ver magos y literatos, pues los unos estudian la religión y los otros la sabiduría. Se hizo la ilusión de que por la conducta de éstos podría obtener la gracia para el resto de la población. Al día siguiente por la mañana se dirigió a un colegio de magos. El archimandrita le confesó que disfrutaba de cien mil escudos de renta por haber hecho voto de pobreza, y que ejercía un imperio muy extendido en virtud de su voto de humildad; después se retiró y dejó a Babuc al cuidado de un pequeño fraile que le hizo los honores.

Mientras el fraile le mostraba las magnificencias de aquella casa de penitencia, se extendió el rumor de que había llegado para reformar todas aquellas instituciones. En el acto recibió las memorias de todas ellas. Cada una decía en concreto: “Conservadnos y destruid las otras”. Según manifestaban, todas aquellas instituciones eran indispensables; de acuerdo con sus acusaciones recíprocas, todas merecían ser aniquiladas. Le admiró ver que todas, en su deseo de edificar el universo, querían dominarlo por completo. Entonces se le presentó un hombrecito que era medio mago y dijo:

-Veo perfectamente que se va a cumplir la obra, pues Zerdust ha vuelto a la tierra; las muchachitas profetizan haciéndose dar pellizcos por delante y latigazos por detrás. Así, pues, os pedimos vuestra protección contra el gran lama.

-¡Cómo! -dijo Babuc-. ¿Contra ese pontífice que reside en el Tibet?

-Contra el mismo.

-¿Es que le hacéis la guerra y habéis reclutado tropas para luchar contra él?

-No, pero ha dicho que el hombre es libre y nosotros no lo creemos; escribimos pequeños libros contra él, que personalmente no lee. Apenas ha oído hablar de nosotros; sólo nos ha hecho condenar, como un amo ordenaría que descopasen los árboles de sus jardines.

Babuc se maravilló de la locura de aquellos hombres que hacen profesión de sabiduría, de las intrigas de los que han renunciado al mundo, de la ambición y codicia orgullosa de los que enseñan la humanidad y el desinterés; concluyó creyendo que Ituriel tenía sus buenas razones para querer destruir a toda aquella estirpe.

Una vez en su casa, Babuc envió a buscar nuevos libros para distraer su mal humor, y convidó a algunos literatos a comer para regocijarse un poco. Comparecieron el doble de los que había invitado, como las avispas atraídas por la miel. Aquellos parásitos se apresuraron a comer y a hablar; alababan dos clases de personas: los difuntos y ellos mismos; y nadie mencionaba a los contemporáneos, excepto al dueño de la casa. Si alguno de ellos decía palabras lisonjeras, los otros bajaban los ojos y se mordían los labios por el dolor de no haberlas dicho antes. Sabían disimular menos que los magos, porque carecían de grandes ambiciones. Cada uno de ellos intrigaba para obtener un empleo de lacayo y la reputación de hombre famoso; se decían frases insultantes a la cara, creyendo demostrar un ingenio irónico. Estaban algo enterados de la misión de Babuc. Uno de ellos le rogó, en voz baja, que exterminase a su autor, que no le había alabado suficientemente hacía cinco años; otro le pidió la pérdida de un ciudadano que no había reído nunca al contemplar sus comedias; un tercero le exigió la extinción de la Academia, porque no había sido admitido en ella. Una vez acabada la comida, cada uno se marchó solo, pues de todos los reunidos no había dos personas que pudieran verse ni hablarse, salvo en casa de los ricos donde eran invitados a comer. Babuc creyó que no se perdería gran cosa cuando aquella gentuza pereciera en la destrucción general.

Una vez que se hubo librado de ellos, empezó a leer algunos de los libros nuevos. En ellos reconoció la manera de obrar de sus convidados. Vio con indignación las gacetas de murmuración, los archivos del mal gusto que la envidia, la bajeza y el hambre dan a la publicidad; las cobardes sátiras donde se ensalza al buitre y se desgarra a la paloma; las novelas faltas de imaginación, donde se leen tantos retratos de mujeres que al autor no ha conocido nunca.

Echó al fuego todos aquellos detestables escritos y salió por la noche a dar un paseo. Fue presentado a un viejo literato que no había participado en la comida de sus invitados del mediodía. Dicho literato siempre se apartaba de la multitud, conocía a los hombres y usaba de ellos comportándose con discreción. Babuc le contó con pena lo que había leído y lo que había visto.

-Habéis visto cosas muy despreciables -le dijo el sabio literato-, pero tened presente que en todas las épocas, en todos los países y en todos los géneros domina lo malo, y lo bueno es rarísimo. Habéis recibido en vuestra casa a la chusma de la pedantería, porque en todas las profesiones, los más indignos suelen ser los que se presentan con más impudencia. Los verdaderos sabios viven retirados entre ellos, muy tranquilos; y entre nosotros aún se pueden hallar buenas personas y buenos libros, dignos de vuestra atención.

Mientras le hablaba de esta forma, se les reunió otro literato. Dio unas explicaciones tan agradables e instructivas, tan por encima de los prejuicios y tan conformes a la virtud, que Babuc se confesó no haber oído nunca algo semejante.

“He aquí a unos hombres a quienes Ituriel no se atrevería a tocar, y si lo hace será muy lamentable”, se dijo en voz baja.

De acuerdo con aquellos dos literatos, se sentía furioso contra el resto del país.

-Como sois extranjero -le dijo el hombre juicioso que le había hablado antes-, todos los abusos se os presentan de golpe, y el bien, por hallarse oculto y por ser a veces el producto de esos mismos abusos, se os escapa.

Entonces se enteró de que había algunos literatos que no eran envidiosos, y que también existían magos virtuosos. Finalmente se formó el concepto de que aquellas grandes oposiciones, que chocando mutuamente parecían preparar su propia ruina, en el fondo resultaban saludables; que cada sociedad de magos frenaba a sus rivales; que si bien dichos émulos diferían en algunas opiniones, todos enseñaban la misma moral. Que instruían al pueblo, que vivían sujetos a una leyes parecidas a los preceptores que velan al hijo de la casa, mientras el dueño los vigila a ellos. Que éste también practica algunas de dichas leyes y que donde menos se espera se encuentran almas nobles. Aprendió que entre los locos que pretendían hacer la guerra al gran lama había habido hombres geniales. Sospechó que las costumbres de Persépolis serían como sus edificios, que los unos le habían parecido dignos de lástima y los otros le habían arrebatado de admiración.

-Sé muy bien que los magos que yo había creído tan peligrosos -dijo Babuc al literato- resultan, en efecto, muy útiles, sobre todo cuando un gobierno juicioso les impide hacerse demasiado necesarios; pero al menos estaréis de acuerdo conmigo en que vuestros jóvenes magistrados, que compran un cargo de juez tan pronto saben montar a caballo, deben desenvolverse en los tribunales con impertinente ridiculez y con iniquidad perversa; que sin duda valdría más ceder estos puestos gratuitamente a los viejos jurisconsultos que han pasado toda la vida sopesando el pro y el contra de las cosas.

-Ya habéis visto nuestro ejército antes de llegar a Persépolis -le replicó el literato-. Sabéis, por tanto, que nuestros jóvenes oficiales se baten muy bien, aunque hayan comprado sus cargos. Quizá podáis ver que nuestros jóvenes magistrados no juzgan tan mal, aunque hayan pagado para hacerlo.

A la mañana siguiente, el literato llevó a Babuc al Gran Tribunal, donde se debía dictar una sentencia importante. La causa era conocida de todo el mundo… Todos los viejos abogados que tomaban parte en la discusión se mantenían fluctuantes en sus opiniones; citaban infinidad de leyes, ninguna de las cuales era aplicable al caso que dirimían; se miraba el asunto por cien lados diferentes, sin relación con el proceso. Los jóvenes abogados se decidieron con más rapidez que los abogados ancianos. Su sentencia fue casi unánime y juzgaron bien, porque siguieron los dictados de la razón. Los otros habían opinado mal, porque sólo habían consultado sus libros.

Babuc sacó la conclusión de que a menudo había algo bueno en los abusos. Vio que las riquezas de los financieros, que tanto le habían exasperado, podían hacer un gran bien, pues hallándose el emperador falto de dinero, en una hora podía disponer de éste gracias a ellos, en tanto que por las vías normales hubiera tardado seis meses para obtenerlo. Vio que aquellas nubes tan densas, hinchadas con el rocío de la tierra, convertían en lluvia todo lo que habían tomado. Por otra parte, los hijos de aquellos hombres nuevos, a menudo mejor educados que los de las familias más antiguas, valían mucho más, pues nada impide llegar a ser un buen juez, un bravo guerrero o un hábil hombre de Estado, cuando se tiene un padre que cuida de sus hijos.

Insensiblemente, Babuc dispensaba la avidez del financiero, que en el fondo no lo es más que los otros hombres y resulta necesario. Excusaba la locura de arruinarse para poder juzgar o batirse, locura que produce grandes magistrados y héroes. Perdonaba la envidia de los literatos, entre los cuales había hombres que ilustraban al mundo; se reconciliaba con los magos ambiciosos e intrigantes, en casa de los cuales dominaban más las grandes virtudes que los pequeños vicios; pero le quedaban muchas cosas por las que no podía transigir; sobre todo, las galanterías de las damas y los perjuicios que de éstas podían derivarse le llenaban de inquietud y de espanto.

Con objeto de hacerse cargo de las distintas condiciones humanas, se hizo conducir a casa de un ministro; pero por el camino temblaba al pensar que alguna mujer pudiera ser asesinada por su marido. Cuando hubo llegado a casa del hombre de Estado, tuvo que hacer antecámara durante dos horas sin ser anunciado, y dos horas más después de serlo. Durante aquel intervalo de tiempo, no cesaba de pensar que recomendaría el ministro y sus insolentes ujieres al ángel Ituriel. La antecámara estaba llena de damas de todas las alcurnias, de magos de todos los colores, de jueces, de comerciantes, de oficiales y de pedantes; todos se quejaban del ministro.

El avaro y el usurero decían:

-No cabe duda de que este hombre roba de todas las provincias.

Los caprichosos le echaban en cara sus extravagancias. Los voluntarios decían:

-Solamente vive para sus placeres.

El intrigante se complacía esperando verle pronto hundido por alguna cábala; las mujeres aguardaban poder tratar con un ministro más joven.

Babuc, que escuchaba todos estos comentarios, no pudo por menos que decir:

-He aquí a un hombre de suerte. Tiene la antecámara llena de enemigos. Con su poder aplasta a los que le envidian y contempla a sus pies a todos los que lo detestan.

Por fin pudo entrar. Entonces vio a un hombre viejo, pequeño y encorvado por el peso de los años y de los asuntos del Ministerio, pero vivaracho e inteligente.

Al ministro le gustó Babuc, y a Babuc le pareció que aquél era hombre de estima. La conversación se hizo interesante. El ministro le confesó que era muy desgraciado; que pasaba por rico y era pobre; que se le creía poderoso y se veía siempre impugnado; que estaba rodeado de ingratos y que, en un continuado trabajo de cuarenta años, apenas había tenido un momento de consuelo. Babuc se sintió conmovido y pensó que si aquel hombre había cometido faltas, y si el ángel Ituriel lo quería castigar, no era preciso exterminarle, puesto que dejarlo en el cargo ya era suficiente.

Mientras estaba hablando con el ministro, entró bruscamente la bella dama en casa de la cual Babuc había comido; en sus ojos y sobre la frente se notaban los síntomas del dolor y de la cólera. Se deshizo en reproches contra el hombre de Estado, vertiendo abundantes lágrimas; se quejó con amargura de que se hubiese rehusado dar un empleo a su marido, que esperaba obtener por su alcurnia, y que se merecía por sus servicios y sus heridas. Se expresó con tanta energía, se quejó con tanta gracia, anulaba las objeciones con tanta habilidad, hizo valer sus razones con tanta elocuencia, que no salió de la habitación hasta haber logrado la fortuna de su marido.

-¿Es posible, señora, que os hayáis tomado tanto trabajo para complacer a un hombre al cual no amáis y del que podéis temerlo todo? -le preguntó Babuc, dándole la mano.

-¡Un hombre que no amo! -exclamó ella-. Debéis saber que mi esposo es el mejor amigo que tengo en el mundo, que soy capaz de sacrificarlo todo por él, excepto a mi amante; que él lo hará todo por mí, salvo abandonar a su querida. Os la haré conocer; es una mujer encantadora, muy inteligente y con el mejor carácter del mundo. Hoy cenaremos juntas con mi esposo y mi pequeño mago. Venid para compartir nuestra alegría.

La dama se fue acompañada de Babuc. El marido, que había llegado hundido por el dolor, al ver a su esposa la recibió con grandes muestras de alegría y de reconocimiento. Abrazó uno tras otro a su mujer, a su querida, al pequeño mago y a Babuc. La unión, el placer, el ingenio y la ternura fueron las características de aquella cena.

-Fijaos bien -le dijo a Babuc la bella dama en casa de la cual cenaba- que las mujeres, a las que a veces se las llama deshonestas, casi siempre cuentan con un marido muy honesto, y para convenceros, venid mañana a comer conmigo en casa de la bella Teona. Hay algunas viejas vestales que la denigran, pero ella practica más el bien que todas sus detractoras juntas. Es incapaz de cometer la más leve injusticia. A su amante sólo le da consejos generosos y únicamente se ocupa en aumentarle el prestigio. El hombre se sonroja delante de ella si ha dejado perder alguna ocasión de hacer el bien, pues nada estimula tanto a practicar acciones virtuosas como el tener una querida de la cual se desea merecer estimación.

Babuc no faltó a la invitación. Vio una mansión donde reinaban todos los placeres. Teona hacía de reina. Sabía tratar a todos a gusto de cada uno. Su ingenuo natural facilitaba que brillase el de los otros. Complacía casi sin pretenderlo. Era tan amable como bienhechora, y, además, era bella, lo que aumentaba el valor de todas sus cualidades.

Babuc, a pesar de ser un escita y enviado de una deidad, se dio cuenta de que si permanecía por más tiempo en Persépolis, olvidaría a Ituriel, pensando en Teona. Tomaba cariño a la ciudad, ya que la gente era cortés, dulce y bienhechora, aunque ligera de cascos, murmuradora y cargada de vanidad. Temía que Persépolis sería condenada, como también temía el informe que iba a presentar.

Ahora veremos cómo se las ingenió para dar cuenta de su misión. Hizo fundir, por el mejor fundidor de la ciudad, una estatuilla compuesta por todos los metales, tierras y piedras más preciosas y más viles, y la llevó a Ituriel, a quien dijo:

-¿Vais a destruir esta hermosa estatua porque no está hecha exclusivamente de oro y de diamantes?

Ituriel entendió el significado de la pregunta y decidió no pensar más en el mundo tal como va y dijo:

-Pues si todo no está bien por lo menos es pasadero.

Se dejó subsistir a Persépolis, y Babuc se guardó muy bien de quejarse, al contrario de Jonás, que se enfadó porque no se destruía Nínive. Pero cuando se ha permanecido tres días en el cuerpo de una ballena, no se está de tan buen humor como cuando se ha pasado el tiempo en la ópera, en la comedia y cenando con buena compañía.

 

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  1. SHAROLS CHAVEZ SARMIENTO

    Cuando inicie leyendo este texto me remonte a la historia de Jonás cuando Dios le mando a la ciudad Nínive, pues fue lo mismo que la deidad Uturiel, le pidió a Babuc ir a Persia, y a medida que leí este texto me di cuenta que muchas se hacen cosas y no sabes el que las originan pero el hambre hace que las personas hagan todo por comer, mi abuela dice que “ el hambre duele” y gracias a Dios nunca lo he experimentado, pero leyendo este texto me di cuenta que la guerra es devastadora y desgarradora, mucho peor cuando no se tiene un gran puesto de mando sino que toca combatir estar en el campo y ver el sufrimiento de otra persona. También note la desigualdad que existía en la ciudad, una sociedad que estaba en hambruna, devastada a la cual le tocaba sobrevivir con los poco que tenían y seguían con sus creencias aun que no tenia una hermosa estatua para adorar, mientras que al otro lado de la ciudad decía Babuc todo era hermoso, cuidado, limpio, existían templos muy bien cuidados que el personaje se sorprende, se podría decir que se hablaba de otra ciudad.
    Una frase que me llamó mucho la atención fue cuando al personaje, la mujer le dice “ el derecho de hacer justicia se compra como si se tratase de una finca” entonces ¿cuál es el sentido de esta?, me hace entender que solo quien tiene poder y dinero puede hacer valer sus derechos incluso ocupar un gran cargo aunque no se sepa nada de él, y este es uno de los temas más criticados en nuestra sociedad, mucha veces no importa que tan inteligente o competente sea no se va a poder tener la oportunidad que deseas, pues para nadie es un secreto que muchas veces las conexiones y la posición social hace tener mas oportunidades que las capacidades que tengan las personas, otro aspecto de la lectura es el hecho de no dejar lo que nos hace mal por tener una buena posición económica o social.
    Sin embargo el personaje nunca dejo de decir que no quería que la ciudad se destruye pues el tenía la esperanza en la ciudad.




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  2. Ibeth ramos cabrales

    Se presenta una crítica social a la hipocresía y las apariencias. Se critica a los poderosos, como el ministro, que aparenta ser rico y poderoso pero en realidad es infeliz. También se critica a las damas de la alta sociedad, que son infieles a sus maridos pero se escandalizan por las infidelidades de los demás.
    Sin embargo, también muestra la capacidad humana para el amor, la amistad y la bondad. Se destaca la unión familiar, la lealtad entre amigos y la generosidad de las personas.

    La historia de Babuc en Persépolis nos enseña que no hay nada perfecto en el mundo. Todos tenemos defectos y cometemos errores. Sin embargo, lo que importa es que intentemos ser buenos, honestos y compasivos.
    No debemos juzgar a una persona o una sociedad por las apariencias. Debemos mirar más allá de la superficie y apreciar la bondad y la belleza que existen en el mundo.
    En mi opinión, es una crítica social inteligente y perspicaz. Es una historia que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y a ser más tolerantes con los demás.

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  3. Nataly Vargas Márquez10:31 a. m., marzo 02, 2024

    En este texto es interesante ver cómo retratan a la ciudad de Persépolis la cual presenta un sin fin de problemas plagada de vicios, corrupció, desmoralidad etc. cualquier parecido con nuestra sociedad actual es solo coincidencia.
    Y es precisamente en la siguiente parte donde se puede evidenciar esto: "Babuc, desilusionado por la corrupción y la manipulación en la ciudad, decide investigar a los magos y literatos, esperando encontrar algo de sabiduría y virtud entre ellos. Sin embargo, se encuentra con más corrupción y rivalidades entre estas instituciones. La aparición de un hombrecito medio mago sugiere que la ciudad está sumida en la superstición y la manipulación religiosa, lo que refuerza la percepción de Babuc sobre la decadencia moral y social de Persépolis"
    Nada que no se vea en nuestra sociedad, me resulta triste que al leer textos así encuentre relación con nuestra sociedad , con la sociedad que nosotros mismos hemos creado, siempre encuentro alguna relación, pero para lo malo, muy pocas veces con respecto a cosas positivas. A veces pienso que la sociedad si debe ser destruida para volver a nacer y empezar de 0

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  4. MANUELA BOADA BARBOZA

    Está historia nos sumerge en un mundo de contrastes y reflexiones sobre la sociedad, la sabiduría y la moral. A través de las experiencias de Babuc, somos testigos de su evolución desde la incredulidad y la desconfianza hasta la comprensión y la aceptación.
    Uno de los aspectos más intrigantes es la dualidad entre los magos y los literatos, quienes representan diferentes facetas del conocimiento y la autoridad. La percepción inicial de Babuc sobre los magos como peligrosos se transforma al descubrir su utilidad y su papel en la sociedad, especialmente cuando están sujetos a un gobierno prudente. Esta evolución de pensamiento nos invita a cuestionar nuestras propias percepciones preconcebidas y a considerar la importancia de la regulación y la supervisión en todas las esferas de la vida.

    Asi mismo, la crítica hacia la compra de cargos judiciales y la influencia del dinero en la administración de justicia plantea interrogantes éticos y morales relevantes. La idea de que la juventud adinerada pueda acceder a posiciones de poder sin la debida preparación y experiencia genera una reflexión profunda sobre la equidad y la meritocracia en la sociedad.

    La narrativa también aborda la complejidad de las relaciones humanas y la naturaleza contradictoria de las instituciones y las personas. A través de los encuentros de Babuc con diversos personajes, se revela la diversidad de motivaciones, intereses y valores que coexisten en Persépolis, lo que nos lleva a cuestionar la verdadera naturaleza de la virtud y la bondad en un mundo lleno de apariencias y contradicciones.

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  5. Por: María Paulina Ibarra Pacheco

    Al leer el anterior texto, me llamó particularmente la atención la especie de relato satírico que se presenta a lo largo y ancho de la narrativa, puesto que, en un inicio analiza de manera aguda factores como la hipocresía y las contradicciones humanas, y es que, a través de la historia de Babuc en Persépolis, el autor expone la ironía de una sociedad que, a pesar de afirmar ser virtuosa y recta, está llena de desigualdades, corrupción e incluso de una doble moral. En ese mismo orden de ideas la narrativa permite evidenciar esa notable discrepancia entre las apariencias superficiales, como los lujosos templos o las distintas celebraciones públicas con la evidente realidad oculta de prácticas inmorales, realizadas por esa misma colectividad de personas.

    Finalmente encuentro en está historia una invitación a enfocarnos realmente en cuestionar esos fundamentos que tenemos como sociedad, porque es evidente que a pesar de las distintas grandezas que poseemos, terminamos reduciéndonos a una civilización destinada a una falta de integridad, autenticidad y valores genuinos, puesto que esa realidad de la que nos habla o hace alusión el autor lamentablemente no es un panorama para nada alejado al de nuestra sociedad y contexto actual.

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    1. Maria Del Mar Velasco correa
      El texto estaba un poco extenso y aunque a veces parecían desviarse del camino, en realidad mantenían ciertos límites y evitaban caer en la anarquía total. Babuc concluyó que, aunque Persépolis tuviera sus defectos, también albergaba elementos valiosos que merecían ser preservados.

      Agradecida por las lecciones y la sabiduría impartidas por los dos literatos, Babuc se sintió más esperanzado en cuanto al destino de la ciudad. Pensó que Ituriel, al conocer la diversidad de pensamientos y actitudes, reconsideraría su intención de destruir Persépolis por completo. Con estas reflexiones, Babuc se retiró a descansar, sintiendo una mezcla de incertidumbre y confianza en el futuro de la ciudad.

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  6. Persépolis de una u otra manera es el mundo en el que vivimos hoy, no hay mejor descripción de nuestra sociedad que lo vivido y narrado por Babuc. Al leer esta historia me remonté a Grecia tal vez por la forma de la historia y los lugares descritos en ella, es como especie de una mitología griega como para entrar en contexto. De la historia leída se refleja la enfermedad más grande que vive y ha vivido la sociedad por mucho tiempo y la grave enfermedad es el tema de la corrupción añadiendo a ellos los síntomas de la grave enfermedad como los estatus sociales y los buenos contactos con gente de la realeza y la doble moral y la falta de bondad y solidaridad. Persépolis un bonito lugar, mágico por sus esculturas y lugares bellos no era del todo tan lindo pues sus habitantes destruían la belleza física o material con una serie de comportamientos en cuanto a sus valores éticos y perspectiva de la vida un poco desleales y por ello se miró la posibilidad de destruir la ciudad, me inclino por desear un cambio de lugar, de pensamientos y cambio extremo al mundo actual de hoy, considero la idea de destruir el mundo y crear uno nuevo que este alejado de pensamientos dañinos o de personas malintencionadas que lo quieran corromper, empezar de cero traerá nuevas oportunidades para la sociedad para los que no han gozado de una buena oportunidad por no tener dinero o por no tener contactos con gente rica que pueda ayudarlos. Así como Persépolis debía ser destruido este mundo también sería serlo, en algún momento guardé la esperanza de que las personas fuesen buenas y no corruptas, pero cada día que pasa las personas logran decepcionarnos más y no muestran deseos de querer mejorar o al menos ofrecer una disculpa de corazón. Bello es nuestro mundo así como Persépolis y los lugares alrededor de los que habló Babuc, pero las personas cada vez son más indolentes con el otro y por ello, es mejor destruirlo como se tenía planeado con Persépolis y sus alrededores.

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  7. Arnold Cuesta Llorente9:55 p. m., marzo 02, 2024

    Para empezar quiero destacar una frase de Voltaire que conecta con el contexto del libro traducido en la realidad actual: El mundo marcha mal, pero no es culpa de aquellos que no se preocupan por los problemas, sino de aquellos que no tratan de solucionarlos. De la lectura me siento capaz de tomar una posición crítica a la sociedad y tratar de buscar un cambio para la no destrucción de la misma, creo que el mundo aún en todo lo malo de sus habitantes hay personas que nos esperanzan con la posibilidad de cambiar el trayecto de la sociedad a lo largo de estos años. Sin embargo, encuentro en la destrucción la forma de cambiar Los Altos estándares de desigualdad , injusticia y falta de bondad de la sociedad. Si se destruye la sociedad me gustaría que en la nueva sociedad se dieran oportunidades a quienes se lo ganen por sus propios méritos, por su experiencia en un tema específico como en el caso de los abogados y que no sea así como en la historia relatada en el mundo cambiante. Babuc es esa persona que tomó la decisión de examinar y mirar lo que sucedida alrededor de Persépolis y encontrar en ella sus fallas y las posibles causas a ello y que solución se podría aplicar, en paso de Babuc por la ciudad de Persépolis y todos sus alrededores se dio cuenta que el principal problema era la injusticia, la doble moral, la religión y los estatus sociales que se vivían en la época y no es nada fuera de la realidad que vivimos hoy y bueno yo como solución planteo observar a la sociedad y su comportamiento desde la sociología y mirar que soluciones podemos aplicar o bueno la otra opción será destruir la ciudad así como en Persépolis, en nuestras manos está la solución o seguimos siendo hipócritas, doble moral, Injustos con el más necesitado o le damos un giro al mundo.

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  8. Elisa Alejandra Jiménez Flórez

    Cuando terminó de leer este tipo de textos nunca se que decir al respecto solo va tomando forma en mi mente el comentario a medida que lo escribo yo vez eso hace que tenga menos sentido pero bueno al inicio la historia me confundió un poco por los nombres pero a medida que se desarrollaba estaba bien para mí, me gusta el contraste entre lo que observaba babuc por qué cuando vivia algo negativo en contraste veía algo positivo entonces no tenía una opción inamovible de las personas por el contrario era fluctuante y dependía mucho de que viviera en el momento eso me gusta por que si eso se trae a la actualidad no es nada lejos de la realidad las personas son una escala de grises y a veces puedes pensar que todo está mal la sociedad la presión que a veces ejerce a sus individuos lo que crea esa necesidad de pertenecer pero después están esas pequeñas acciones de personas que son cercanas a ti o son completos extraños que hacen que te plantees el hecho de que no todo es tan malo de que nada es blanco y negro que las personas son una escala de grises y a veces solo son un arcoiris

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  9. Juliana lobo contreras11:21 a. m., marzo 03, 2024

    Está obra es una crítica satírica de la sociedad y la política, critica la corrupción, la hipocresía y la falta de moral en la sociedad representada por Persépolis. A través de la perspectiva de Babuc y su experiencia en la ciudad, se ponen de manifiesto diversos aspectos negativos de la vida en Persépolis, desde la corrupción en la administración pública hasta la superficialidad en las prácticas religiosas y culturales.
    algunas de las críticas que se pueden identificar en el texto:
    Corrupción política y social: Se evidencia la corrupción en las altas esferas del gobierno, donde los cargos se compran y se venden, y donde los funcionarios muestran más interés en sus propios beneficios que en el bienestar de la sociedad.
    Hipocresía religiosa: La descripción de los templos y las prácticas religiosas revela una falta de autenticidad en la devoción y una desconexión entre la moralidad proclamada y la conducta real de los ciudadanos.
    Desigualdad social: Se muestra la existencia de una brecha entre los privilegiados y los desfavorecidos, donde la riqueza y la posición social determinan el acceso a la justicia y otros recursos.
    Materialismo y superficialidad: La obsesión por el lujo y las apariencias, representada por las fiestas y los comerciantes que venden productos superfluos a precios exorbitantes, refleja una sociedad obsesionada con la riqueza material y la ostentación.
    Falta de integridad y valores morales: Los personajes muestran una falta de integridad y principios morales, priorizando el interés propio sobre el bien común y participando en prácticas corruptas y engañosas.
    En conclusión, la narrativa busca exponer las fallas y la decadencia moral de Persépolis, utilizando la sátira y la ironía para cuestionar la validez de las instituciones y las normas sociales establecidas. Juliana lobo contreras

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  10. MARIA CAROLINA PEÑATA ÁLVAREZ
    Es interesante cómo el autor logra exponer las desigualdades en la sociedad sin miedo o temor y la doble moral que existe a través de la historia de Babuc en Persépolis, de un hombre que tenía la misión de conocer el rumbo del mundo, lo cual nos invita a mirarnos en nuestro reflejo para analizar lo que está pasando en el mundo, sobre los valores en los que estamos fundamentando nuestra sociedad ahora y para las futuras generaciones.

    Dentro del texto nos podemos dar cuenta de esa diferencia entre las apariencias superficiales y la realidad oculta e inmoral que existe socialmente, o más conocida como la hipocresía, lo cual debe llevarnos a cuestionar los fundamentos de nuestra sociedad y a encontrar la importancia de ser auténticos.

    Espero que esta reflexión te haya llevado a pensar más profundamente sobre estos temas. ¿Qué otros aspectos de la historia te llamaron la atención?

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  11. Valentina correa Causil

    El texto anterior hace una critica a la sociedad, la política y a la moral. Donde la influencia y manipulación sobresalen cuando vivimos en sociedad, donde tú intelectualidad no valen porque los altos cargos son para la alta sociedad, el egoísmo predomina al momento de pensar en los demás porque buscan su propio beneficio, la lectura evidencia que hay una desigualdad social ya que los ricos tienen más posibilidades que los pobres y si nos vamos a la moral comenzando con la falta de principios y de lealtad, donde la corrupción predomina. Esta lectura nos lleva analizar y a pensar si esto también pasa en la realidad y si reconocemos este tipo de cosas en la sociedad actual

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  12. El mundo tal como va" es una poderosa reflexión que nos legó Voltaire, y que resuena a través de las eras. Esta frase encapsula la complejidad inherente a la condición humana y la sociedad en la que vivimos. Nos confronta con la realidad de un mundo lleno de desafíos, injusticias y contradicciones. Sin embargo, también nos despierta a la posibilidad del cambio y la mejora.

    Desde mi perspectiva, "el mundo tal como va" nos invita a la acción y la reflexión. Nos recuerda que no podemos ser pasivos observadores de las injusticias que nos rodean, sino agentes activos en la lucha por un mundo más justo y equitativo. Nos desafía a cuestionar el status quo y a buscar soluciones innovadoras a los problemas que enfrentamos como sociedad.

    Al mismo tiempo, esta frase nos advierte sobre la complejidad y la inevitabilidad de ciertas realidades. Nos recuerda que el cambio puede ser lento y difícil, pero no por ello menos necesario. En última instancia, "el mundo tal como va" nos llama a ser conscientes de nuestro poder para transformar la realidad y a no perder la esperanza en un futuro mejor.
    Siempre buscar lo mejor para lo que nos rodea, mirando mucho mas allá que lo que tenemos frente a nuestros ojos. VALENTINA CUAVA JULIO

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  13. MARIA ANDREA DORIA BUELVAS

    En mi opinión, este texto de Voltaire nos presenta una reflexión sobre la naturaleza humana y la sociedad, utilizando la historia de Babuc en Persépolis como metáfora. A través de los personajes y situaciones, el autor muestra las virtudes y defectos de la humanidad, así como las contradicciones y paradojas presentes en la vida cotidiana.
    El texto nos invita a cuestionar nuestras propias convicciones y prejuicios, a no juzgar sin profundizar en la realidad compleja de las personas y las situaciones. También nos hace reflexionar sobre la importancia de la tolerancia, la compasión y el entendimiento mutuo, así como el papel de la justicia y la moral en la sociedad.
    En definitiva, considero que este texto de Voltaire es una lección de humanidad y de sabiduría, que nos invita a reflexionar sobre el mundo tal como va.

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  14. BRENDYS OLIVEROS RAMOS
    En el anterior texto podemos ver reflejada una crítica a la hipocresía, apariencias y a las contradicciones. Babuc nos sumerge en una historia, persépolis una ciudad donde existen muchos factores negativos, una sociedad llena de desigualdad, corrupción, vicios, entre otras cosas más.
    Por otra parte vemos el pensamiento de Babuc, la crítica hacía la sociedad y sus aspebcto negativos.
    Un texto donde nos motiva a ver más allá, a reflexionar, cuestionar los fundamentos de una sociedad y encontrar la importancia de esta.

    Una sociedad que marcha de manera desequilibrada, sin igualdad, en esta ocasión persépolis un lugar bonito pero donde su habitantes le quitaban la esencia, con sus comportamientos y perspectivas de la vida, aquí si ve reflejada el mundo de hoy donde no estaría mal un cambio, pensar diferente y dejar a un lado aquellos factores negativos que infectan a la sociedad.

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  15. Julián José Montiel Perdomo

    El texto refleja su postura crítica hacia las instituciones sociales y políticas, así como su defensa de la libertad individual y el pensamiento racional, aborda de manera satírica y crítica diversos aspectos de la sociedad de su época, incluyendo la hipocresía religiosa, la corrupción política, la injusticia social y otros temas controvertidos. A través de esta obra, Voltaire busca exponer las deficiencias y los abusos del poder, al tiempo que promueve la libertad de pensamiento, la tolerancia y el progreso social. "El mundo tal como va" es un ejemplo del compromiso de Voltaire con la crítica social y su defensa de los valores ilustrados.

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  16. Cristo Hoyos
    En lo personal después de leer algunas cosas que no van conforme a mis gustos no mantengo el foco de atención y me suelo perder pero una parte lo tomo como algo que sigue pasando en la realidad( "Entró en hospitales adonde se transportaban los heridos, que expiraban por la negligencia inhumana de los mismos que el rey de Persia pagaba con creces para socorrer: “¿Es que son hombres o bestias feroces? Ya veo bien que Persépolis será destruida”.) esto se basa mucho en lo que pasa día a día con las eps y su problema con la atención medica y la negligencia severa pues yo he presenciado familiares que han tenido problemas por negligencia y que puede ser perjudicial para las personas, tambien sobre la hipocresía y el mal camino que va la sociedad(ya estamos en el mal camino) para mi gusto fue un poco tediosa la lectura pero no se debe menospreciar

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  17. Isabella Diaz Ramírez
    Desde el inicio, se plantea la ironía de una deidad considerada de rango elevado, Ituriel, que contempla la destrucción de una ciudad por sus excesos, pero a través de los ojos de Babuc, se revelan las complejidades y contradicciones de la sociedad y la humanidad.

    Se observa una crítica a la hipocresía, la corrupción, la ambición desmedida y la falta de valores morales genuinos que perviven en la ciudad. A través de sus encuentros con soldados, líderes militares, políticos, religiosos, comerciantes, y literatos, Babuc descubre la superficialidad, la codicia y la falta de integridad que caracterizan a muchos de los habitantes de Persépolis.
    Sin embargo, también se destacan destellos de humanidad, virtud y sabiduría en algunos individuos, lo que sugiere que la sociedad no está completamente desprovista de bondad.
    En última instancia, la narración plantea preguntas sobre la naturaleza humana, la moralidad y el papel de la sociedad en la formación del carácter individual. A través del contraste entre el caos y la corrupción generalizada y los destellos de humanidad y virtud, se invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la bondad, la justicia y la responsabilidad social en un mundo marcado por la ambigüedad moral y la complejidad social.

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  18. Al leer relato de Babuc visitando Persépolis y descubriendo la corrupción, el desorden y la hipocresía en la ciudad es una reflexión impactante sobre la naturaleza humana y la moralidad. La descripción de cómo los cargos importantes se compran, las leyes se venden y las instituciones son hipócritas resuena con la realidad de muchas sociedades a lo largo de la historia. La decisión de Babuc de que la destrucción de la ciudad sería justificada, basada en la corrupción y la violencia que presenció, plantea preguntas profundas sobre la ética y la responsabilidad colectiva. En un mundo donde la corrupción y la injusticia son lamentablemente comunes, este relato sirve como un recordatorio poderoso de la importancia de la integridad y la honestidad en la sociedad.

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  19. Jocabed Guerra Lobo9:20 p. m., marzo 04, 2024

    Como estudiante, pienso que la crítica social de Voltaire sigue siendo relevante en la actualidad. Aunque han pasado más de 250 años desde que se publicó la obra, muchos de los problemas que denuncia Voltaire siguen presentes en nuestro mundo.

    Por ejemplo, Voltaire critica la guerra, la religión organizada y la desigualdad social. En la actualidad, seguimos viviendo en un mundo plagado de guerras, conflictos religiosos y desigualdad económica. La obra de Voltaire nos invita a reflexionar sobre estos problemas y a buscar soluciones. Uno de los aspectos más atractivos de "El mundo tal como va" es el uso que hace Voltaire del humor y la ironía. Voltaire utiliza estas herramientas para ridiculizar los defectos de la sociedad y para hacer más accesible su mensaje crítico.
    La obra de Voltaire me ha hecho reflexionar sobre la importancia de la crítica social, la libertad de expresión y la tolerancia. También me ha motivado a ser un ciudadano activo y a luchar por un mundo mejor.

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  20. Wendy De Hoyos Suárez9:34 p. m., marzo 05, 2024

    Bueno, haciendo esta lectura "El mundo tal como va" de Voltaire pude apreciar la crítica mordaz y satírica de la sociedad y la moral de su época. A través de las experiencias de Babuc en Persépolis, Voltaire expone las contradicciones y absurdidades de la sociedad, especialmente en lo que respecta a la corrupción, la hipocresía y la falta de valores morales genuinos y se podían mirar en ese entonces.

    Uno de los puntos que más destaqué fué la representación de la decadencia moral y la superficialidad de la élite social, como se ve en las interacciones de Babuc con los magistrados y literatos corruptos. Voltaire siento que utiliza este personaje de Babuc como un observador crítico que revela las fallas y los vicios de la sociedad en la que se encuentra.

    Además, la en la obra también pude ver cómo se tratan los temas como la justicia, la educación y la virtud, cuestionando las instituciones establecidas y proponiendo una reflexión sobre cómo debería ser una sociedad verdaderamente justa y virtuosa.
    Siento además que es una obra que nos invita, como a esa reflexión sobre la naturaleza humana, la moralidad y la sociedad, a través de una narrativa como dije antes satírica y provocativa que sigue siendo relevante en la actualidad

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  21. Shara Díaz Rodríguez2:41 p. m., marzo 09, 2024

    Este texto de Voltaire presenta una crítica social y moral a través de las experiencias de Babuc en Persépolis. A lo largo de la historia, se exploran temas como la corrupción, la injusticia, la hipocresía y la falta de valores éticos en la sociedad.

    Babuc, como personaje principal, actúa como un observador crítico que cuestiona las normas y prácticas de Persépolis. Su encuentro con diferentes personajes y situaciones revela las profundas fallas morales y éticas presentes en la ciudad. Desde la compra de cargos y dignidades hasta la falta de integridad en la administración de justicia, se evidencia un sistema corrupto y desigual.

    A través de diálogos y reflexiones, Voltaire pone en evidencia la ironía y la hipocresía presentes en la sociedad de Persépolis. Se critica la superficialidad de las relaciones sociales, la vanidad de los individuos y la falta de autenticidad en las interacciones humanas. Además, se cuestiona la validez de las instituciones y prácticas establecidas, como la Academia y el sistema judicial.

    En última instancia, el texto invita a la reflexión sobre la naturaleza humana, la moralidad y la justicia en la sociedad. A través de Babuc, el lector es confrontado con dilemas éticos y morales que plantean preguntas sobre la verdadera esencia de la humanidad y la necesidad de valores éticos sólidos para una sociedad justa y equitativa.

    En resumen, es una obra que desafía al lector a cuestionar las normas establecidas y a reflexionar sobre la moralidad y la ética en la sociedad. La crítica social y moral presente en el texto resuena en la actualidad, recordándonos la importancia de la integridad, la justicia y la autenticidad en nuestras interacciones y decisiones.

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  22. Pedro Luis Díaz Arroyo,

    Esta historia es una enseñanza que debemos atesorar, nos hace preguntarnos sobre los cimiento que tenemos los humanos y de los principios que nos rigen, aunque en todos los países y culturas somos muy diferentes, siempre hay un común, y es el del egoísmo y apatía por los otros seres humanos, vemos una “distopia”, pero para nada alejado de la realidad.

    Vemos una sociedad, que como la nuestra se repudia entre sí. Nosotros que cada vez buscamos formas de matarnos, odiarnos y destruir lo bello que este mundo, vemos que somos el virus que contrariamente da vida a aquellos que donde vive se destruyen.

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