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Mostrando entradas de octubre, 2019

Un elogio del reguetón, por Carolina Sanín

Voy a tratar de describirlo sin escucharlo ahora mismo; como fue en mi oído, en mi espacio, las primeras veces. No sabía qué nombre tenía, y no sé hablar de sus partes, sus modalidades, su desarrollo ni su procedencia: soy extraña al lenguaje con el que se habla de la música o se recompone la historia de la música; una ignorante que se ha enseñado mil canciones y que ha bailado con el corazón y el culo, que es el corazón bajo la música –o es el lugar del cuerpo donde el corazón late con ritmos ajenos–. No quiero investigar sobre el reguetón, a menos que investigación también sea esta descripción: aquello era una descarga y una turbulencia. Un imparable golpear de mar y artillería. Hacía pensar en la ola igual a sí misma, que llega y llega, y en la multitud diversa, que avanza. Era agua y gente incontable. Atrás y debajo estaba la pulsación, que se imponía y enlazaba; que no me dejaba escapar del canto hacia ninguna evocación, ni sucumbir a la expectancia. Esa música era sirena del pre