¿Cómo puede un pueblo soportar la cadena de desventuras a que ha estado sujeto durante tanto tiempo? El caso de esta república no deja de tentarnos. Precipita sobre nuestra identidad la exigencia de una aclaración que se revela esquiva. Dado a la costumbre de encontrar siempre la culpa por fuera de sí mismo y proyectar todas las soluciones que la práctica rechaza, el colombiano se revela ingenuo y al mismo tiempo cínico. En casos extremos, imbécil o simplemente un malnacido. ¿Puede asimilarse el fracaso de una nación tan sólo con la mentalidad de sus dirigentes? ¿No estará ligado el problema a una objeción mayor ya no dispuesta desde el sentido de una clase sino desde el cataclismo de un pueblo? Cuando las instancias políticas flaquean, el afán redentorista irrumpe con precipitación; de ahí la gama de salvadores fracasados y greyes desahuciadas cuyas constantes quejas no terminan. La historia colombiana nutre los anaqueles con afanes y promesas caudillistas que no parecen te...
Espacio de discusión académica que apela a lo que comúnmente se repite en los pasillos de las escuelas de derecho “el que sólo sabe de derecho, nada sabe de derecho”; será un cenáculo de conversación a veces de noticias de actualidad, música, arte, opiniones diversas entre otros, donde se permita pensar el derecho