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Mostrando entradas de febrero, 2016

Los perros de la guerra -Juan Gabreil Vasquéz

Siempre le ocurría lo mismo: cuando se acercaba el comienzo del semestre, y con él la clase sobre  Julio César , Osorio comenzaba a preguntarse por qué seguía haciendo lo que hacía. Por estos días cumpliría treinta y un años en esta cátedra que él mismo había inventado, treinta y un años idénticos en que se desgañitaba hablándoles de Shakespeare a estudiantes de Derecho, y todavía no lograba que admiraran el discurso del rey Enrique en el día de San Crispín, o la efectividad malévola de Yago, o las temibles metáforas con que Lady Macbeth ataca los puntos débiles de su marido. A comienzos de 1984 —se acordaba bien del año: tantas cosas pasaron entonces—, Osorio se había acercado al decano de la universidad con una propuesta: una clase que les enseñara a los futuros abogados el arte de la retórica usando como vehículo (así había dicho: “vehículo”) las grandes obras del bardo (así había dicho: “el bardo”). Y aquí estaba, treinta y un años después, repitiendo el mismo curso en el mismo o

CORRESPONSABILIDAD DE ACUERDOS-Katerine Hernández Tirado

En la Constitución de 1886 se  consagró un Estado de derecho, que tenía como fundamento para la participación de los ciudadanos la democracia representativa, en la cual el pueblo, como titular del poder político, es quien elegía democráticamente a sus representantes para la integración de las instituciones políticas que ejercen los diversos atributos del mando. Sin embargo era una forma de participar muy limitada, en cuanto el ciudadano votaba por su representante según el criterio que le parecía más correcto y hasta allí llegaba su actuación o incidencia en las decisiones que interesaban al país. Las prácticas democráticas se circunscribían a una consulta y aprobación al pueblo para iniciar un periodo de gestión política, para que “legitimara” las actuaciones futuras que definirían el rumbo del país en cuanto a la inversión de los recursos públicos en los sectores que se consideraban prioritarios para el gobierno de turno. Cabe anotar que no existían mecanismos claros y concretos

El espejo- Porfirio Barba Jacob

El espejo ¿Mi nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo. ¿Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo... Busqué su huella y sonreí llorando, y el tiempo fue mis ímpetus dominando. ¿La síntesis? No se supo: un día fecundaré la era donde me sembrarán. Don Nadie. Un hombre. Un loco. Nada. Una sombra inquietante y pasajera. Un odio. Un grito. Nada. Nada. ¡Oh desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia! La vida está de soles diademada...

Cambio Climático - Documental National Geographic