Preocupado por las dificultades que su hermano mayor, Nikolai, atravesaba para adaptarse al ambiente artístico en el que su talento lo había posicionado, un joven Anton Chejov de 26 años le dirige esta carta regañándolo con ternura y lucidez. Además de aconsejarlo, puntualiza una serie de buenos hábitos que, a su juicio, definen a las personas “cultas”. ¡A menudo te has quejado conmigo de que la gente “no te entiende”! Goethe y Newton no se quejaron de eso... Solo Cristo lo hizo, pero Él se refería a su doctrina y no a sí mismo... La gente te entiende perfectamente bien. Y si tú no te entiendes a ti mismo, no es culpa suya. Te aseguro, como hermano y como amigo, que te entiendo y estimo con todo mi corazón. Conozco tus cualidades como a mis cinco dedos; las valoro y respeto profundamente. Si quieres, para comprobar que te entiendo, puedo enumerarlas. Creo que eres amable hasta el punto de la suavidad, magnánimo, desinteresado, dispuesto a compartir hasta tu último centavo;...
Espacio de discusión académica que apela a lo que comúnmente se repite en los pasillos de las escuelas de derecho “el que sólo sabe de derecho, nada sabe de derecho”; será un cenáculo de conversación a veces de noticias de actualidad, música, arte, opiniones diversas entre otros, donde se permita pensar el derecho