Si
la memoria fuera un hilo con dos puntas y con algunos nudos, podría rememorar a
Carlos Gaviria empezando por un extremo del hilo —mi recuerdo más remoto de
él—, contar luego algunos nudos en que la memoria se condensa y terminar por la
otra punta del hilo de la vida, cuando esta llega al final y se comprende lo
más triste que tiene la muerte de un amigo: que ya nunca más vamos a caminar
juntos, a comer y beber juntos, y, sobre todo, a conversar juntos.
Lo
que más falta me va a hacer de Carlos son sus palabras y el tono de voz con que
las decía: inteligencia, entusiasmo, citas que su extraordinaria memoria traía
a cuento, y sobre todo claridad de las ideas. Hablar con Carlos —que siempre
fue un maestro— era aprender algo en todo momento, poner en duda las propias
convicciones, aclarar el pensamiento a través del diálogo. Saber que ya no
puedo llamarlo ni oírlo ni invitarlo a conversar, será ya siempre en mi vida
una carencia imposible de llenar.
Si
me remonto a la punta más lejana del hilo, puedo recordar el momento en que
conocí a Carlos Gaviria, que no era amigo mío todavía, sino de mi padre. Esto
ocurrió a principios de los años 70, cuando el joven profesor de Filosofía del
Derecho —que ya había sido decano de su Facultad, a los 32 años— fue destituido
de su cátedra (junto con más de cien profesores) por un rector reaccionario de
la Universidad de Antioquia. Yo era apenas adolescente y recuerdo que la junta
del sindicato se reunía en la biblioteca de nuestra casa. Carlos y mi papá
presidían la Asociación de Profesores y en las reuniones se decidía la estrategia
de la huelga que estaban haciendo para oponerse a esa destitución y a un
“estatuto docente” que eliminaba la libertad de cátedra. Recuerdo que, pese a
todo, en esas reuniones había mucha más risa que angustia. Pensaban tomarse la
universidad una tarde, y hasta dormir allá el tiempo que fuera necesario, y las
esposas de los profesores serían las encargadas de llevarles de noche los
alimentos.
Mi
mamá y María Cristina Gómez (la esposa de Carlos) se ocuparían de esta última
parte. Después no recuerdo bien qué pasó. El resultado de esa huelga y de esa
destitución colectiva dependía de las elecciones presidenciales: si ganaba
Álvaro Gómez Hurtado, el candidato conservador, los profesores echados no
volverían jamás a las aulas. Si en cambio ganaba el candidato liberal, López
Michelsen, el destituido sería el rector y los profesores volverían a la
cátedra. Lo que ocurrió fue esto último y durante más de diez años Carlos y mi
padre vivieron una tregua de libertad y pudieron seguir enseñando en la
universidad.
Luego
viene el primer nudo de memoria con Carlos. Lo nombran miembro del Tribunal
Russell en Roma y allá se reúne, entre otros, con Julio Cortázar, para analizar
las detenciones ilegales y los crímenes de las dictaduras de América Latina.
Como Cortázar era el ídolo de mis lecturas juveniles, más que preguntarle por
los crímenes de la dictadura militar brasileña me recuerdo interrogando a
Carlos por la manera de ser del autor de Rayuela. ¿Era en la vida tan
divertido, luminoso y tierno como en sus libros? Aunque las reuniones de Roma
eran más políticas que literarias, Carlos me confirmaba la intuición de todos
los que hemos leído a Cortázar sin conocerlo. A partir de entonces nuestras
conversaciones fueron más de lecturas que de política, más de libros que de conflictos
sociales.
Pasan
los años. El nudo siguiente se refiere al momento más duro de nuestras vidas,
cuando a los profesores de la Universidad de Antioquia ya no los destituyen
sino que los matan. En Medellín empiezan a matar los grupos paramilitares y mi
papá y Carlos están no solo amenazados, sino descorazonados, desesperados: ya
hay más angustia que risa en sus encuentros semanales. Desde el Comité para la
Defensa de los Derechos Humanos tratan de detener con palabras y protestas la
masacre, pero no lo consiguen. Después del asesinato de mi padre le ruego a
Carlos que se vaya del país, pues si no, él va a ser la víctima siguiente, y
Carlos viaja a Argentina, donde pasa un par de años en el exilio. Salva su vida
y es un milagro que haya sobrevivido casi 30 años más, ayudando a hacer menos
salvaje a Colombia, primero desde la cátedra y luego con sus revolucionarias
sentencias en la Corte Constitucional. Cuando trato de pensar en Colombia con
optimismo, recuerdo que Carlos pudo haber muerto asesinado en la década de los
80 del siglo pasado y en cambio vivió hasta el año 15 de este siglo, y que
murió en la cama, después de haber ayudado a mejorar en algo este país
atrasado.
Un
nudo más: a principios de los años 90, cuando yo vivo todavía en Italia, gracias
a Carlos consigo publicar mi primer libro. Es un esmirriado e inseguro volumen
de cuentos que, gracias a él, me publican en la editorial de la Universidad de
Antioquia. Él mismo escribe la nota de la contratapa. No solo eso: me anima a
volver a Colombia y hasta me consigue trabajo para reemplazar a Juan José Hoyos
en la dirección de la revista Universidad de Antioquia.
A
mi regreso la amistad se estrecha aún más: lo siento como un amigo heredado de
mi padre, y en cierta medida como un padre sustituto. En vista de que su
esposa, María Cristina, es pedagoga, y había fundado guarderías y colegios
inspirados en las ideas libertarias de Russell y del mismo Carlos, mis hijos
estudian en esas escuelas. Aunque quizá era más lo que gozaban que lo que
aprendían, mis hijos tienen de ese colegio memorias de felicidad y
agradecimiento. Era como ir a una finca toda la semana, recuerdan todavía.
Un
nudo más: nos volvemos compadres. Estando en vacaciones en la finca de mi
familia en Támesis, La Inés, Carlos, que es agnóstico, me pide que deje de ser
intransigente y que le dé un gusto indoloro a mi mamá: que bauticemos a mi hijo
en la iglesia de la aldea cercana, Palermo. Por él accedo a pasar por alto mi
fanatismo anticlerical y Carlos es el padrino de mi hijo. En adelante seremos
compadres y de algún modo siento que mi hijo ha heredado la bondad y el ánimo
ecuánime de su padrino. Era Carlos una especie de no creyente que sin embargo
practicaba las mejores normas morales del cristianismo: si hubiera purgatorio,
no lo probaría.
Ha
llegado el momento de mencionar otro nudo importante, el de las obras y los
hijos. “Por sus frutos los conoceréis”, dice una de las partes más citadas del
Nuevo Testamento. La vida de Carlos fue ejemplar en todo sentido, pero si lo
fuéramos a juzgar por sus obras y sus hijos, saldría aún mejor librado que por
su propia vida. Ana Cristina, Natalia, Juan Carlos y Ximena son ciudadanos
intachables y seres humanos extraordinarios. Son los frutos de una educación en
la que se conjugan la libertad responsable y la imaginación. Doy un detalle de
esta última: contaba Carlos que a él le daban pereza los juegos infantiles que
implicaban demasiado movimiento físico.
Cuando
sus hijos le proponían jugar a los escondidijos, Carlos aceptaba, pero los
escondites debían ser mentales y no había que ir a buscar a nadie por toda la
casa: bastaba pensar en dónde se escondía cada uno, y tener la honestidad de
aceptarlo, si lo encontraban: detrás de la cortina de la sala, no; debajo de la
cama de la mamá, no; en el horno, detrás de la nevera, en el baño de abajo. En
fin, los lugares mentales para esconderse eran incluso más numerosos que los
reales y el juego se volvía más interesante, casi infinito.
Los
imbéciles (que nunca faltan) se han atrevido a llamar a Carlos Gaviria
marihuanero y drogadicto, por su sentencia ejemplar sobre la autonomía humana y
la despenalización de la dosis personal de drogas. La vida de Carlos podría
examinarse con lupa, y también la de sus hijos, para darse cuenta de la
imbecilidad de esas acusaciones. Lo que pensaba está en su obra, hecha de
ensayos, artículos y sentencias. En sus hijos y en su obra no hay más que
ejemplos de sobriedad e inteligencia.
Otro
nudo básico de nuestra amistad fueron Borges, la poesía en lengua española, y
en general la lectura. Siempre que nos veíamos o cuando hablábamos por
teléfono, hacíamos un recuento de nuestras últimas lecturas. Nos recomendábamos
autores, nos dábamos regalos de libros. Conservo sin leer los dos tomos de una
de sus obras fundamentales: La decadencia de Occidente, de Spengler. Pero en
cambio, gracias a Carlos, llegué a leer y a admirar otros de sus libros más
queridos: la Apología de Sócrates y algunos de los Diálogos de Platón. Varias
obras de Bertrand Russell y de Isaiah Berlin.
Sobre
el célebre ensayo de este último, El erizo y la zorra, recuerdo haber hablado
con Carlos varias veces. Marx era el típico zorro que todo lo reducía a una
gran idea económica. ¿Era zorro Carlos en este sentido marxista? No lo era,
pues sus convicciones eran mucho más complejas, abiertas, liberales y
libertarias. Sin embargo, en su práctica política, y para intentar mantener
unido al Polo Democrático (quizá su nombre era el único que conseguía juntar
casi todas las tendencias de la izquierda colombiana), a veces parecía más el
erizo que no era que el zorro que genéticamente se inclinaba a ser.
Acabo
de mencionar algunos libros de historia o de filosofía. En realidad, en
general, hablábamos mucho más de literatura que de ideas abstractas. Los
grandes autores de Europa Central eran nuestra más amada pasión común, una
patria de judíos en lengua alemana: Joseph Roth, Franz Kafka, Stefan Zweig,
Elias Canetti, Karl Kraus… Hay muchos otros nudos intelectuales y vitales en el
hilo de mi memoria con Carlos Gaviria: la música clásica y popular, la comida,
el vino, los atardeceres, las conversaciones peripatéticas por el campo, las
historias privadas sobre la mezquindad de algunos líderes de la izquierda colombiana,
pero el espacio no es ilimitado ni la ocasión propicia para todo. Estoy viendo
los rostros de sus peores detractores (de derecha y de izquierda), pero no vale
la pena mencionarlos. Uno a quien salvó del suicidio acogiéndolo fraternalmente
en su casa, se dedica al asqueroso oficio de calumniarlo.
Llego,
entonces, a la punta más próxima del hilo, cuando mi amigo Carlos se enferma.
Un día, a principios de este año, recibo una llamada suya. “Tengo que
informarte —me dice— que por primera vez en 77 años de vida estoy en un cuarto
de hospital”. Siempre había tenido buena salud, pero esta vez lo habían
internado en una clínica en Medellín. Lo que más lo exaspera es el desacuerdo
de los médicos. “A veces la medicina no parece una ciencia sino un arte adivinatorio”,
me dice. No se ponen de acuerdo en los motivos de su neumonía: “criptogénica”,
dicen, es decir, de origen críptico, oscuro. No saben si lo que tiene es lupus,
cáncer, fibrosis pulmonar, o alguna otra enfermedad autoinmune o degenerativa.
Le
prescriben cortisona. Se siente mejor y se va a Bogotá, que es la ciudad donde
ha vivido en los últimos años, aunque la altura no le conviene. Planea un viaje
a Argentina para mediados de año, a descansar. Las noticias de corrupción sobre
Pretelt y la Corte Constitucional lo deprimen mucho; también la muerte de
Nicanor Restrepo lo desanima. Se siente mal después de una conferencia y
vuelven a internarlo, esta vez en Bogotá. Ya no saldrá del hospital.
Recuerdo
la última conversación larga que tuvimos, en su apartamento de Medellín,
convaleciente. Hablamos de nuestras lecturas recientes: yo, novelas para un
premio del que era jurado; él, un libro que le fascina sobre el romanticismo.
Me confiesa que nunca ha podido saber si él es un ilustrado o un romántico,
pero que cada vez se inclina más por esta última definición. Intenta que su
razón contenga sus emociones, pero la belleza de la vida, el misterio de la
ética, el arrebato del arte y de la música, lo sacan de sí mismo.
Hablamos
de la muerte, de su posible muerte. Me dice que ha vivido todo lo que esperaba
vivir y que no siente apego por nada. Que está dispuesto a morir con toda
serenidad. Yo pienso en Sócrates, su maestro más lejano, y su actitud me parece
igual de serena. Le digo que en todo caso no hay afán y que yo preferiría
conversar muchas más veces con él, siquiera hasta los noventa. Por supuesto no
sé que esta será nuestra última conversación. Está vestido impecablemente y, si
bien un poco pálido, tiene la pulcritud y calidez de toda la vida.
La
última vez que lo veo ya está en cuidados intensivos. Incluso sedado se ve
sereno y pulcro. No me impresiona. Tomo su mano, y como yo no rezo, le recito
unos versos de Borges que él mismo le leyó a mi padre en una reunión del Comité
para la Defensa de los Derechos humanos, hace 30 años. Se trata de Los justos,
un poema que empieza así: “Un hombre que cultiva su jardín, como quería
Voltaire. / El que agradece que en la tierra haya música…”. Algunos versos más
y termina: “El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. / El
que prefiere que los otros tengan razón. / Estas personas, que se ignoran,
están salvando el mundo”. No sé si los médicos van a salvarlo o no; no sé si me
oye o no; no sé si he venido a visitarlo, simplemente, o a despedirme para siempre.
Tomo su mano un rato, y me voy. Respira, sigue siendo pulcro hasta en su último
trance. Cuando la familia debe decidir si —fieles a su sentencia sobre la
muerte digna— deben desconectarlo, él mismo deja de respirar, sin obligarlos al
“homicidio por piedad” que él mismo despenalizó en Colombia.
Hay
una la palabra con la que me gusta definirlo y con la que lo voy a recordar
toda la vida: pulcritud. Cuando fue candidato a la Presidencia de la República
me di cuenta de que Carlos, precisamente por su limpieza, no podía llegar a ser
presidente. Si bien con él muchos tuvimos el sueño —que no dudo en calificar de
platónico— de que un filósofo gobernara la república, ese sueño se estrelló con
una realidad muy mezquina: a los electores no los convence solamente la calidad
de los argumentos ni la ausencia de promesas imposibles; en la república real,
no en la utópica, sino en la república tal como ella es, la aquí presente en
este país tropical, no siempre gana el mejor, ni el más sabio. En general gana
el más rabioso o el más astuto.
Pero
todos, en el fondo, empezando por el mismo Carlos (que leía a su amado Platón
con ojo crítico), teníamos la duda de que el filósofo pudiera ser el mejor
gobernante. Para empezar, según Maquiavelo, es muy conveniente que quien gobierne
sepa mentir, y Carlos Gaviria jamás practicó el arte de la mentira; debe saber
traicionar, y él nunca tuvo este defecto; y el gobernante, sobre todo, debe ser
capaz también de matar, y en esto nuestro filósofo sí era el más retrasado de
todos los alumnos. Démosle gracias a Apolo, entonces, y a todos los dioses
griegos a quien Sócrates rendía culto en solemnes holocaustos, de que Carlos
Gaviria no haya llegado a ser presidente de esta República. Habría tenido que
ensuciarse con el ejercicio del poder y ensuciar la virtud que es su mayor
herencia: la pulcritud. Nos queda la memoria de su honradez y de su decencia.
Es verdad que hoy de Carlos solo quedan sus cenizas, pero mientras sus ideas
sean recordadas y respetadas, esas cenizas, como en el verso de Quevedo,
tendrán sentido. La vida limpia y sabia de Carlos Gaviria debería ser recordada
siempre como un gran ejemplo para Colombia.
Por
mi parte ya no podré volver nunca más a conversar con el querido amigo. Seguiré
su ejemplo de los escondidijos mentales y trataré de seguir hablando con él en
el pensamiento.
EN EL CONGRESO SERÁ LA
DESPEDIDA
Por
respeto a sus concepciones filosóficas la familia del exmagistrado de la Corte
Constitucional y exsenador Carlos Gaviria decidió no hacer ningún tipo de
ceremonia religiosa y velación de su cuerpo. Por este motivo, su despedida se
realizará en el Congreso de la República. El lunes sus cenizas serán llevadas
al Salón de la Constitución del Capitolio Nacional, donde permanecerán todo el
día.
El martes, la plenaria del Senado le rendirá
un homenaje y mantendrán un minuto de silencio, rindiéndole honores que sólo se
les dan a grandes dirigentes del país. Cumplida la ceremonia, las cenizas del
dirigente político de izquierda Carlos Gaviria serán enviadas a Medellín,
ciudad donde ejerció por muchos años la docencia y donde vivía con su familia.
Creo que despedidas tan sentidas como la que le está dando
ResponderEliminarHéctor Abad Faciolince creería yo que es uno de los mejores plasmando despedidas en sus escritos, para el murió un amigo intachable y oara este pais como lo dijo el alcalde de Bogotá en un trino, un "maestro de la democracia". Carlos Gaviria era un entrañable luchador por una mejor Colombia y consideró que como lo manifiesta el autor,el hecho de que sus ideas continúen vivas en nuestra sociedad es algo más que merecido.
ResponderEliminarSe nota en esta "Despedida" cuanto aprecio, admiración, respeto entre otros sentía el autor del texto por el fallecido dr Gaviria. Se puede observar como en pequeñas anécdotas, describe toda la grandeza y humildad de Gaviria, así mismo cuando hace manifiesto apartes de poemas citados, lo describe tal cual lo consideraba. A lo largo del escrito va narrando todos los esfuerzos hechos por cambiar el país y como se sobreponía a cada obstáculo que se presentaba, describe que lo alejaba y que lo debilitaba, así como también lo que lo hacía superar cada escollo que se presentaba.
ResponderEliminarEn esta nota se puede a evidenciar algunos de los papeles que cumplió el dr Carlos Gaviria y cuanto apreció le
ResponderEliminarEn esta nota se puede evidenciar en diferentes puntos de vista el aprecio y enseñanzas que dejo el Dr Carlos Gaviria. A Carlos Gaviria le sobraba mucho de lo que le falta a la mayoría de líderes en Colombia. Por eso el vacío que deja es tan profundo. Sus amigos, aliados y adversarios le reconocen el trato digno a sus contrincantes, sus grandes dotes para la argumentación, el ser un hombre de convicciones, coherente, y siempre dejo claro sus ideales. Por eso se dice que Carlos Gaviria fue un hombre de cambios.
ResponderEliminarHermosas palabras, denotan el gran respeto y cariño que
ResponderEliminartiene por su memoria, y la admiración por su saber. Bello homenaje a un gran
amigo y excelente maestro. El país lamenta su pérdida.
Resulta imposible leer esta nota sin que te llegue al corazón, Carlos Gaviria es de admirar no solo por sus logros sino por el impacto que causo a nivel personal, social y político. Este personaje permite destacar la honestidad, rectitud y otros valores del mismo, incluso cuando la corrupción lo asecha. El progreso depende de las enseñanzas de mentes como esta que representan la lucha ardua y constante por lograr lo deseado, lo correcto.
ResponderEliminarSolo me basta decir que Carlos Gaviria marco la vida de los colombianos.
Gran modelo no solo de vida sino humano.
Por lo que logro captar en el texto, este hombre apreciaba mucho a Carlos, un amigo heredado de su padre como el lo dijo, se nota totalmente, un respeto y una admiración por un hombre que le enseño y le aconsejo demasiado, la ausencia de amigo así, no se vuelve a llenar, queda ese vacío, el señor Carlos Gaviria es un gran modelo a seguir, tanto en el derecho como en el sentir humano, un hombre pulcro que no podía llegar a ser presidente gracias a su pulcritud.
ResponderEliminarSalta a la vista la gran admiración y respeto que sentía Héctor Abad Faciolince hacia Carlos Gaviria, un hombre excepcional, inteligente, ejemplar, todo un maestro.
ResponderEliminarEn este escrito Abad Faciolince recuerda y cuenta algunas de sus anécdotas junto a Gaviria, expresa el gran cariño que sentía por este y la ausencia que dejo en su vida, ausencia que como el mismo dice, será imposible de llenar.
Todo lo quue se pueda decir del doctor Carlos Gaviria Diaz (Q.E.P.D), se queda corto, hasta las palabras de un eterno agradecido y admirador como lo es quien escribe esta columna.
ResponderEliminarHoy recuerdo, no de formma tan clara, las ilusiones que despertó en algunas personas cuando él se lanzó como candidato a la presidencia, y me pregunto cómo hubiese sido Colombia en las manos de un maestro como CARLOS GAVIRIA DIAZ, Paz en su tuma.
Hermosas palabras de despedida y de admiracion. No queda nada mas que decir ante un pronunciamiento tan bien elaborado, que exalta todas las cualidades de ese gran ser humano que fue Carlos Gaviria. Es bueno leer este tipo de escritos, para ver que mas alla del popular dicho de que "no hay muerto malo" si hay algunos que de verdad le dan fuerza. Q.E.P.D.
ResponderEliminarA parte de tener gran admiración por una persona ejemplar, que tenía todo para el cambio y esas ganas por hechar para adelante a esta sociedad, pero como siempre hay un defecto este gran personaje correcto en sus cosas no pudo llegar al mando para ejercer sus ideales con más facilidafacilidad, lo que nos queda de este personaje es saber que quien más sencillo y simple se vea es quien más humilde será con su sociedad, haciendo las cosas de manera correcta, no dejarnos llevar por cosas de momento sino por cosas que vayan a durar y que sean para bien
ResponderEliminarHay personas que están por encima del bien y mal. Asi lo veo a el. Alguien que prefirió entender y respetar las diversidades que nos redean, alguien que defendió la justicia y la desigualdad y que se dedicó a trabajar desde ahí para dar algo bueno a este pedacito de tierra que esta tan golpeado por la violencia y la corrupción.
ResponderEliminarSe fue el faro de la justicia Colombiana, mis respetos hacia esta figura tan grande y tan noble, el gran defensor de nuestros derechos, por las injusticias que se viven cada día y que ademas enseño a un montón de Colombianos a seguir el sendero hacia la rectitud, su carácter nos impacto en nuestros corazones y lleno de emociones nuestras esperanzas, creo que siempre lo recordaremos así, como la luz de la justicia Colombiana, el hombre que defendía a toda costa nuestros derechos. Las cosas como deben ser.
ResponderEliminarA veces la vida se tilda injusta para los que son justos. No tuve el placer de ver todo lo hecho por Carlos Gaviria, pero si tengo al numero uno de sus seguidores, Mi padre. Que de una forma u otra ha hecho que este hombre defensor del progreso colombiano haga parte de mis aprecios. comparto mucho tu opinión e infiriendo de manera coherente y respetuosa considero que te quedas algo corta, para destacar todo lo que significo este ser para el pueblo colombiano, no obstante, entiendo que si nos pusiéramos a nombrar uno por uno de todos sus actos, necesitaríamos un tiempo considerable para lograr este hecho.
ResponderEliminarUn texto completo con la presencia de anécdotas que
ResponderEliminarresaltaran la vida ejemplar que el exmagistrado y exsenador vivió en nuestro
país, con su clara lucha y optimismo por ver a su nación cada día mejor quiso a
través de la cátedra, la política dejar su granito de arena, empero a todas las
dificultades que tuvo que sobrellevar por la violencia interna del país. Un
hombre pulcro en todos los sentidos que esta palabra podría abarcar y es de
resaltar la concepción de admiración que Abad expresa a este su amigo heredado,
su padre sustituto, su compadre. Es evidente
la critica que realiza a la política de gobernar en un país que mas que
argumentos espera astucia, altivez y falsedad en sus gobernantes,
características que este no identifica en Gaviria es entonces cuando dice que
no hubiera sido un buen gobernante por no saber mentir, por no ser capaz de
matar. Otro de los aspectos que me
gustaría resaltar seria lo contrastante de su muerte con la despenalización que
este mismo realiza "muerte digna" y de una forma natural simplemente
dejo de respirar. Un luchador eterno, un ejemplo a seguir una mente que deja en
sus escritos su sabiduría.
Que grandes elogios y como lo enaltece su amigo. interesante el texto describe muchas cosas que desconocía del señor Carlos Gaviria me hace contagiarme de esas buenas cosas que hizo el señor en CUESTIÓN, grande!!! Q. E. P. D y paz en su tumba
ResponderEliminarDel anterior articulo claramente podria resaltarse lo siguiente : Nada es mas especial que un homenaje envuelto en palabras de afecto, que el pulcro vivir de una persona llena de valores y el fuerte arraigo de la educación en cada una de las actuaciones.
ResponderEliminarPero sin lugar a dudas no habrá mejor huella que la fiel marca de un comportamiento intachable que se fija en la memoria de aquellos que permanecen atados por el infinito y desinteresado lazo de la amistad.
En esta nota se puede evidenciar en diferentes puntos de vista el aprecio y enseñanzas que dejo el Dr Carlos Gaviria. A Carlos Gaviria le sobraba mucho de lo que le falta a la mayoría de líderes en Colombia. Por eso el vacío que deja es tan profundo. Sus amigos, aliados y adversarios le reconocen el trato digno a sus contrincantes, sus grandes dotes para la argumentación, el ser un hombre de convicciones, coherente, y siempre dejo claro sus ideales. Por eso se dice que Carlos Gaviria fue un hombre de cambios.
ResponderEliminar"Carlos Gaviria fue para muchos colombianos un gran magistrado y un político de izquierda democrática, que descolló por su inteligencia, sus visiones renovadoras y su comportamiento ético intachable". Rodrigo Uprimny
ResponderEliminarEste hombre ha sido y será un gran modelo a seguir. Una persona dedicada y entregada a la sociedad, un buen ser con gran calidad humana, y personas como El deberían representarnos en el país debido a su idoneidad e inteligencia lo cual, lo capacitaría para realizar una buena gestión. Siempre lo recordaremos, Q.E.P.D
"Carlos Gaviria el sabio de la tribu" Revista Semana.
ResponderEliminarEl Dr. Carlos Gaviria un hombre que dejo un legado a este país, ayudo a la construcción de un país democrático, buscando siempre un cambio social y revolucionando desde las ideas. De los pocos dirigentes políticos respetables en este pais, que como todos sabemos esta lleno de personas que solo buscan llenarse los bolsillos y no trabajar para la construccion de un pais moderno; una persona digna de admirar, que siempre lucho por sus ideales y la defensa de los derechos de las personas, teniendo siempre claro que todos somos capaces de elegir lo que nos conviene o no.
El exmagistrador, ex candidato presidencial, el intelectual, el respetuoso de las libertades individuales y defensor de los derechos humanos de la humanida y me quedo corto al describir la obra tanto humana como juridica que tuvo este majestuoso y discreto personaje colombiano que resaltaba su respeto, transparencia y sabiduria al expresar sus ideales como persona y como integrante de una pais que no supo aprovechar esa intelectualidad que lo caracterizaba como un pensador hacia el desarrollo del progreso; a este personaje no me quedan mas que darle unas palabras de gratitud porque a pesar de que muchos lo consideraran un hombre poco notado en el pueblo colombiano y poco apreciado en los medios amarillistas de comunicacion, solo con leer unos pequeños apartes de sus escritos, se presenciaba una valiosa manera de pensar, plagada de pluralidad y respeto hacia el otro como integrante de una sociedad de diversidades(porque el verdadero sentido de la sociedad es la aceptacion de la diversidad cultural), con ello puedo resumir a este hombre en unas pocas palabras, el verdadero comandante de las diversidades sociales
ResponderEliminarClaramente se ve reflejado la admiración que este personaje le tiene a Carlos Gaviria,lo describe como un hombre intachable lleno de valores y principios incapaz de cometer un acto inadecuado,buen padre,amigo, apasionado por lo que realizaba . Este hombre fue un luchador por los derechos de la libertad de pensamiento, de la autonomía y de los derechos humanos,el vivió y murió siendo ´´pulcro´´ todo un ejemplo a seguir.
ResponderEliminarMis amores platónicos son las sentencias de Carlos Gaviria en la Corte Constitucional y Enrique Gil en el Consejo de Estado. El Derecho colombiano está de luto, fallece Carlos Gaviria ¡pero nunca su legado! Perdurará en nuestros libros y memorias, sus acertadas iniciativas y sus intachables acciones. Leí ''El olvido que seremos'' de Héctor Abad Faciolince, y además de rescatar la memoria de su padre, conmemora con admiración al Dr. Gaviria, gran amigo, gran ser humano, gran jurista, gran COLOMBIANO, vale la pena hablar de él como se habla de cualquier otro prócer independentista, pues nos liberó en buena parte de la mezquindad. Que se multipliquen abogados como él, que así sea.
ResponderEliminarAdmiro completamente como plasma sus sentimientos y emociones el autor. Cuando mueren personas importantes y significativas en nuestra vida nos enfrentamos con los recuerdos y un cúmulo de sentimientos que nos hacen sentirnos impotentes ante la muerte.
ResponderEliminarCarlos Gaviria dejó en nuestro país, su país, una historia y una huella; difícil de dejarla como el la hizo: con pulcritud. Personas con su esencia que se encuentren en su lugar soy muy pocas, pero sé y tengo la convicción que desde el cielo azul mandará fuerzas para que la situación del país por el que el tanto luchó pronto mejore. Que en paz descanse este ser de luz.
Carlos Gaviria un hombre de respeto, inteligencia, su vida se puede examinar detalladamente con una lupa siempre se desempeño como excelente abogado, profesor en los años setenta de la Universidad de Antioquia, magistrado y político. Era un hombre totalmente socialista de izquierda sus posiciones siempre fueron por la libertad de cada persona, estaba de acuerdo con la dosis mínima, el aborto, la eutanasia. En muchas se sus sentencias siempre se mostró como buen humanista puesto que cargo con muchos derechos y libertades de las personas. Fue senador, aspiro a la presidencia de la república en 2006 junto con el ex presidente Avaro Uribe, en la cual fue derrotado pero obtuvo una de la mayor votación que ha tenido la izquierda.
ResponderEliminarEs verdad que hoy de Carlos solo quedan sus cenizas, pero mientras sus ideas sean recordadas y respetadas, esas cenizas, como en el verso de Quevedo, tendrán sentido. ¡GRACIAS POR SUS ENSEÑANZAS MAESTRO! SIEMPRE LO RECORDAREMOS. EJEMPLO A SEGUIR.
Estamos en frente de una figura realmente preponderante para el desarrollo de nuestro pais, con ideas que estaban encaminadas siempre a proteger y salvaguardar los derechos de los ciudadanos, con tal suerte que hoy dia tuvimos el privilegio de conocer todas sus obras, sus gestiones y muy a pesar de no estar presente hoy, una persona que dejo un grande legado a nuestro pais.
ResponderEliminarCarlos Gaviria un hombre ejemplar, excelente abogado , amigo, compañero, el cual dejo una gran huella en nuestro país debido a sus grandes dedicaciones, a sus obras, a respetar a los demás, sus libertades. Hoy que no está con nosotros lo recordamos como una figura muy importante en nuestra vida y en nuestro país .
ResponderEliminarEs triste y demasiado melancólico, pensar: solo hasta nuestra era se ha de conocer un personaje como lo fue Carlos Gaviria, es también sorprendente pensar que para otros solo fue un abogado mas, estableciendo criticas constantes al respecto de su vida.
ResponderEliminarSeria ademas una felicidad anhelante que personas tan inteligentes y pulcras como lo define claramente Héctor Abad Faciolince, tengan herencia de vida; posiblemente no puede ser este deseo cumplido, pero lo que si aseguro que siempre prevalecerá es el marco de historia al cual nos involucro el "difunto" Carlos Gaviria.
"...mantendrán un minuto de silencio, rindiéndole honores que sólo se les dan a grandes dirigentes de país"-- muy bien expresado por Aban faciolince, y merecido por nuestra eminencia trascendental. porque me daré la pleitecía y el lujo de asegurar que sus memorias, su gran personalidad, su hermosa y magnifica inteligencia, su llamativa y marcante oralidad serán siempre riquezas en nuestro país.
Sin duda alguna un texto excepcional, una hermosa manera de despedirse, merecida solo por alguien tan honorable como lo es Carlos Gaviria, una pequeña muestra de la gran persona que era, que lastimosamente falleció cuando aun lo necesitábamos. Hemos perdido una de nuestras estrellas, ojalá que nuestros futuros abogados y nosotros que decidimos emprender éste camino aprendamos de personas como el, jóvenes aspiren a tal grandeza, pero no por fama o reconocimiento, aspiren a ello porque sus ideales y pensamientos son los que llevaran a este país por el camino correcto, Colombia necesita mas personas que luchen por conseguir un mejor país por un mejor futuro, somos nosotros quienes le debemos esto a el grande que se nos fue pero que pasara a la historia de nuestro país, que bello seria si nuestros dirigentes, ciudadanos,jóvenes aprendiesen de él.
ResponderEliminarCarlos Gaviria se merece un aplauso por seguir firme e incorrompible y siempre pulcro en este país manchado de corrupción y de malas influencias. Solo me queda decir me quito el sombrero ante tal ejemplo de humano.
Me encanto el texto que bueno que recordemos a un personaje tan importarte como lo fue el tan respetado Carlos gaviria un hombre excepcional que nos dejo un gran legado sobre todo en nuestra materia del derecho dejó una profunda huella en la Justicia y en la política
ResponderEliminar
ResponderEliminarCarlos Gaviria nos deja un legado incalculable a todos los colombianos, en especial a quienes vemos el Derecho como una vocación y forma de impactar positivamente la
Sociedad. Gratificante es el hecho de morir vacío; Carlos Gaviria entregó todo lo que tenía que dar, sus ideas y la coherencia de estas y su actuar son una huella indeleble para la sociedad Colombiana. Sin duda alguna un modelo de ecuanimidad y pulcritud como bien lo expresa Héctor Abad Faciolince al rememorarlo.
Carlos Gaviria (Q.E.P.D), exmagistrado y expolitico colombiano que luchaba por ver una colombia diferente, era un hombre de admirar caracterizado por su calidad humana. Fue uno de los pocos juristas que se ocupo de defender los derechos y libertades de las personas, aunque físicamente no este con nosotros, no nos ha dejado solos porque ha dejado un legado que cada día estará presente en la vida de los abogados de nuestro pais.
ResponderEliminarse fue un grande,carlos Gaviria reconocido por sus ideas,por su lucha,deja un gran legado en cuanto a los derechos Humanos,no ha muerto ,pues en la tierra deja grandes obras por las cuales sera recordado..
ResponderEliminarCreería yo que alguien con tantas cualidades no merece una despedida menor a esta definitivamente, el autor ha hecho de su duelo un escrito maravilloso y ha dejado plasmado no Solo el cariño que le tenia sino la gran obra carlos gaviria le dejo a nuestro país.
ResponderEliminarCarlos Gaviria! Fue un filósofo quien a lo largo de su vida aprendió lo cual decidió transmitirlo a otras personas por medio de la enseñanza, todos los tropiezos por los cuales pasó, cuando tuvo que huir del país a causa de la masacre que se vivía en ese entonces, es muy admirable cuanto tiempo persevera a pesar de todo; es reconocido también por sus obras literarias.
ResponderEliminarSu vida fue casi perfecta, su conocimiento y sabiduría llegó a ser del interés de muchos, y aunque hubo cosas que no pudo lograr para no manchar su bien nombre y su pulcritud, también para mantener su ideología y ser correcto en sus acciones todos lo recuerdan por sus hechos y que fue muy valiente independientemente de todo...
Para haber sido un líder político izquierdista pero un gran promotor en la defensa de los derechos humanos, dejo plasmado el gran intereses de cambiar este país y de sacarlo de tantos conflictos, quizás proponiendo leyes que para algunos suenen absurdas pero que para él servirían de gran ayuda. Para su familia quizas fue muy emotivo el homenaje a rendirle después de su muerte porque ale menos reconocen el gran hombre que fue y lo mucho que hizo y que intentó hacer por colombia, probablemente tenía mas planes y no le alcanzó la vida para hacerlos. Pero indudablemente se fue siendo reconocido a nivel nacional....
ResponderEliminarCarlos Gaviria una persona con un pensamiento un tanto diferente al de todos los "líderes políticos "de nuestro país pero eso no le impedía ser un gran critico de todas las situaciones que abarcaba el país sin importar lo que eso causaba era un gran filosofo que según el texto tenía una forma diferente de ver la vida una persona que siempre lucho por defenderJ sus ideales y siempre hacer valer sus derechos, según el autor una persona con la que cualquier persona le hubiese gustado entablar una interesante conversación en lo personal una persona de admirar aunque no tuve la oportunidad de conocer a ese gran líder pero paz en su tumba y gracias por sus enseñanzas para todos los futuros abogados.
ResponderEliminarQue mas lucha que los derechos humanos, que mas lucha que querer demostrar que se puede cambiar desde la inteligencia, las buenas costumbres, un pensamiento limpio y diferente a mi parecer. Cualquier homenaje que se haga en su nombre sera sera mas que suficiente, no siempre lo mas grande y ostentoso es simbolo de cariño o reconocimiento.
ResponderEliminarUn hombre "decente" como lo caracterizaron y lo siguen recordando de esa manera nuestro país. Pensamiento que miraba hacia un lado izquierdista y sus inclinaciones totalmente liberales que las empleó a lo largo de su vida. Un señor respetable en todo el sentido de la palabra, admirable y capaz de expresarse impresionantemente con sus palabras pulcras y llenas de ese buen saber que a él lo caracteriaba.
ResponderEliminarEl gran profesor Gaviria, como siempre lo llamaron personajes importantes de la política Colombiana, mi admiración hacia este gran defensor de los derechos humanos, una persona capaz de hacer tambalear unos argumentos fuertes, capaz de ponernos a pensar sobre un país con buenas políticas izquierdistas, de esas pocas personas de esta corriente que no se fueron por el lado de la violencia, sino que hasta la muerte guardo sus ideales en paz.
ResponderEliminar