Quizá la bebida alcohólica más antigua y sofisticada, la que más polémicas desata, es el vino. Aquí, un poeta venezolano, viejo devoto de Dioniso, hace un perfil del amado caldo. A Erin y Jean-Louis Los catorce grados alcohólicos de aquel tinto eran la única defensa con la que contábamos, Eileen y yo, cuando en el restaurante El Galeón, de Valencia (Venezuela), nos disponíamos a desmontar la firme y brillante estructura de aquel cochinillo segoviano que desplegaba sus olores y armonías frente a nosotros. Las oscuras tonalidades del vino, sus complejos aromas a frutas rojas y cacao, así como la profusión de sus sabores, sostenidos por robustos taninos y efímera acidez, eran nuestro escudo de Aquiles ante la amenaza de aquel despliegue de colesteroles tan suculentos como peligrosos. Mientras me detenía en conjeturas sobre el resultado de aquella épica confrontación entre las alargadas moléculas lipídicas y nuestro Mas Julien Coteaux-de-Languedoc 1998,...
Espacio de discusión académica que apela a lo que comúnmente se repite en los pasillos de las escuelas de derecho “el que sólo sabe de derecho, nada sabe de derecho”; será un cenáculo de conversación a veces de noticias de actualidad, música, arte, opiniones diversas entre otros, donde se permita pensar el derecho