Se armó un escándalo de sensibilidades artísticas ofendidas porque el gobierno de Italia, por temor a escandalizar al presidente de Irán y ofender su sensibilidad religiosa, enclosetó en cajones de madera blanca las estatuas de la Antigüedad clásica de los Museos Capitolinos de Roma, donde Hassán Rouhaní iba a reunirse con el primer ministro Mateo Renzi. ¿Solo las de diosas femeninas de antiguas religiones, la Venus Capitolina, la Venus Esquiliana? Porque el islam, del cual Rouhaní es alto dignatario eclesiástico de la rama chiita, abomina del cuerpo de la mujer. Pero las masculinas también: Apolo, Hércules, algún sátiro. Y, por si acaso, también los gruesos cojones del caballo de la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio. El islam abomina igualmente de las imágenes figurativas, cualquiera que sea su tema. Y sin embargo, como puede verse en esta fotografía de agencia, en su zalamería ante la pudibundería del visitante a los italianos se les pasó por alto nada menos que la en...